Reconsiderar es eso: volver a considerar algo que ya se nos había planteado antes. Todo el mundo lo hace todo el tiempo. Y en política debe ser uno de los actos más frecuentes que uno atraviesa periódicamente. Por eso, la situación de quien esto escribe no tiene nada fuera de lo común, a excepción de las repercusiones lógicas que tiene la renovación de una determinada expectativa y el compromiso que implica resolverla lo más honestamente posible.
Escribo esto aquí porque fue en esta misma columna que expresé hace poco más de un mes mi declinación formal a una posible postulación como candidato a intendente de Asunción. Mi doble condición de comunicador y actor político de alguna relevancia –habiendo sido candidato presidencial en el 2013–, me obligan a explicarlo de esta manera y por todas las vías posibles.
La situación es sencilla: el gran favorito para ganar de vuelta en Asunción, a pesar de las numerosas quejas ciudadanas, es el Partido Colorado. Por estructura, por base financiera, por vocación de poder e incluso por inercia, cualquier candidato que se presente con esa chapa tiene grandes posibilidades de alzarse con un triunfo en noviembre. De hecho, así lo vienen haciendo desde hace 14 años, cuando Enrique Riera recuperó la capital para las huestes de Bernardino Caballero.
Del otro lado de la vereda estamos quienes pensamos que la ciudad y el país merecen otro modelo de administración: más solidario, participativo y, sobre todo, eficiente. Pero para convencer de ello al electorado falta demostrar convicción y unidad. Dos valores que han recibido una estocada casi mortal con los sucesos de junio de 2012.
Desde ese punto de vista, el consenso sobre un candidato que aglutine este deseo colectivo es fundamental, y después de eso –solamente después– una plataforma política sin exclusiones y una financiación mínimamente lógica podrían completar un panorama que abrigue algunas posibilidades reales de éxito.
La presente reconsideración no es otra cosa que ponerse a las órdenes de esa posibilidad. Es no cerrarse tozudamente a la oportunidad de ser herramienta de posible conquista ciudadana de un sector que no conoce de esta experiencia hace tres lustros. Pero es evidente que si la suma de los actores políticos involucrados así no lo considera necesario, no habrá alguien más de acuerdo con ellos que este columnista semanal que distrae su tiempo cada lunes.