28 mar. 2024

La realidad y las teorías conspiraticias

Estela Ruiz Díaz TW: @Estelaruizdiaz

Faltan menos de 100 días para la interna colorada presidencial con el sectarismo a flor de piel. La mala noticia es que irá in crescendo, pero la buena es que mostrará el verdadero rostro de quienes se dicen democráticos. El proceso electoral separará la paja del trigo.

En estos días, el candidato del presidente, Santiago Peña, viene realizando encuentros con funcionarios públicos, cuyas fotos se exhiben profusamente en sus redes sociales. Todos organizados por los respectivos ministros y altos jefes, compitiendo en quién coloradiza más la estructura del Estado, aunque con la estética de márketing del candidato.

La más chocante fue la reunión con los maestros, porque tuvo los ingredientes típicos de la vieja política: el arreo, el uso del aparato estatal (buses de la binacional Itaipú y de algunos municipios) y llamado de lista incluido. ¿Qué más temor se puede infundir a un funcionario público que estar en la lista negra del ausente?

En el contexto de la interna republicana, el Gobierno ve enemigos en todas partes. Ha satanizado a la prensa, y ve conspiraciones en cuanto reclamo social se expresa. Cualquiera que exija derechos encontrará como respuesta la banalización de su problema y el dedo acusador de la desestabilización.

En estos días, la noticia fue la toma de algunos colegios. Los secundarios reclaman mayor inversión en educación, un pedido que no puede tener detractores. La promesa de elevar el presupuesto para el área no fue cumplida por Horacio Cartes, ya que para el 2018 quedó en 3,9% cuando el presidente, en un encendido discurso hace dos años, había asegurado que al final de su mandato llegaría al 6,4%. Ya no le quedan promesas por hacer. Este es el último presupuesto de su gestión.

Invertir en áreas de educación y salud no es buen negocio para ningún político porque sus efectos recién pueden vislumbrarse en una década o más. Incuestionable la necesidad de obras viales, pero es más fácil construir rutas o viaductos. “Contra las obras, los hechos, uno tiene que callarse”, como aconsejó bíblicamente el padre Aldo Trento.

Lo más preocupante es el crecimiento de la intolerancia. Un tema que afecta especialmente a los colorados que siguen con el yugo de la prebenda y el clientelismo. Es noticia diaria ver cómo los funcionarios vinculados a la disidencia son relevados de sus cargos, enviados al freezer, o directamente despedidos. Es la consecuencia de la política clientelar y patrimonialista del Estado. Son sus perversas reglas de juego: el líder determina cuándo se entra y cuándo se sale de la función pública. Por eso es lógico ver en los actos oficialistas ejércitos de estatales. Muchos para no perder sus privilegios, pero más los que no quieren perder sus sueldos.

NICANORIZACIÓN. La campaña de Peña se está nicanorizando, esa etapa en la que el presidente tiene un protagonismo excesivo en la campaña y apela al lenguaje virulento para desacreditar a sus adversarios. Si Cartes tiene más protagonismo que su candidato habrá repetido el error de Duarte Frutos que por su investidura, su capacidad de oratoria y su perfil arrollador dejó en segundo lugar a Blanca Ovelar en la campaña del 2007. El resto de la historia se conoce.

Un ejemplo fue el discurso de días pasados. Ante el reclamo secundario, el presidente no tuvo reparos en desacreditar la lucha estudiantil hilvanando tramas conspiraticias. “Hay gente ante la orfandad popular, si no están en la quema del Congreso, están en la toma de colegios. ¿Qué encontraron en los colegios? Whisky, preservativos. Ese es Efraín Alegre y sus payasos que tiene atrás queriendo ofrecer violencia. No tengamos miedo. Van a encontrar un murallón colorado que no le van a permitir. Ellos son los violentos. Sus hijos están en todas partes...”.

Como si fuera poco, sus guardias desalojaron a maestros y estudiantes que portaban reclamos. La intolerancia en su máxima expresión.

Una situación que pone entre las cuerdas al ministro Enrique Riera, quien gusta destacar su pasado de lucha antiestronista. No hay mejores momentos que estos para templar el carácter de un verdadero demócrata, cuando los valores confrontan con la realpolitik. O para aquellos que afirman cuidar las arcas públicas que en tiempos de campaña se convierten en cheques generosos para comprar los votos.

A medida que la campaña ingrese al tramo final, las cuerdas se tensarán y no habrá lugar para disensos.

La semana no cierra bien para el presidente, y por tanto para su candidato presidencial. La toma de colegios que pone una vez más en vidriera la paupérrima situación de la educación; la inseguridad focalizada en el Norte. Se vio obligado a recibir a la comunidad menonita, golpeada por los secuestros del EPP, que junto a la poderosa ARP le exigieron rediseñar el rol de la Fuerza de Tarea Conjunta.

La salud pública, la educación y la seguridad son temas que requieren soluciones de fondo, no discursos virulentos ni tramas de conspiración.

Porque cuando explotan, no hay aplausos ni hurras que puedan contener sus esquirlas.

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