29 mar. 2024

La ópera barroca se sube al “Subte” en Buenos Aires

Buenos Aires, 16 ago (EFE).- Al bajar del vagón en una de las principales paradas del “Subte”, el metro de Buenos Aires, hoy no se oían chirridos. Las arias de la ópera barroca “La Serva Padrona” se levantaban sobre los ruidos mecánicos gracias a un grupo de artistas que saca este género del teatro y lo lleva a espacios alternativos.

Músicos de la compañía argentina Ópera Periférica interpretan hoy, 16 de agosto de 2016, un fragmento de una ópera barroca en una parada del subte de Buenos Aires. EFE

Músicos de la compañía argentina Ópera Periférica interpretan hoy, 16 de agosto de 2016, un fragmento de una ópera barroca en una parada del subte de Buenos Aires. EFE

Caracterizados con gafas de sol oscuras y maletas de ruedas que no desentonaban con las decenas de teléfonos móviles empuñados por los sorprendidos transeúntes del Subte desde el momento en que sonó la primera nota, los integrantes del grupo Ópera Periférica estrenaron una adaptación moderna de la ópera que Giovanni Baptista Pergolesi presentó en 1733.

La consigna era clara: en una hora de alto tránsito, el mediodía, interpretarían el primer acto de la obra en una estación y el segundo en otra, con el objetivo de acercar esta disciplina, alejada del día a día de la mayor parte de la sociedad, al gran público.

Serpina, la “criada patrona”, inició su plan de seducir a su patrón, el millonario soltero Uberto, primero en un extremo de la línea H -que recorre de norte a sur la capital conectando la zona más rica con las más humildes- y luego en el otro.

“Es muy gratificante para nosotros, que siempre estamos dentro de un teatro con un público muy selecto, abrirlo a la comunidad”, dijo a Efe Alfredo Martínez, el barítono de origen colombiano que interpreta a Uberto.

Para Julieta Schena, encargada de dar voz a Serpina, “siempre es enriquecedor dialogar con distintos espacios y distintas situaciones” porque hay factores “que tienen que ver con lo inesperado, con la sorpresa”, “que en un teatro normal no pasan”.

También cambia la relación con el público, que ya no está sentado en la oscuridad del patio de butacas sino frente a frente con los artistas.

“Normalmente (la del público) siempre es como una reacción de sorpresa, de qué está haciendo esta gente acá... Pero se enganchan”, agregó Schena.

El hombre detrás del montaje es Pablo Foradori, impulsor desde 2014 del grupo Ópera Periférica. Formado en el emblemático Teatro Colón de Buenos Aires, Foradori ya ha puesto, por ejemplo, a Mozart en medio de una de las “villas miseria” de la capital argentina.

En el futuro planean llevar la iniciativa a un hospital psiquiátrico y cruzar el charco en 2017 para tocar en las estaciones madrileñas de Atocha y Chamartín.

“Para la ópera me parece que ayuda a desacartonar un poco al género, a dejar de vincular la ópera con cierta idea de perteneciente a cierta clase social”, apuntó a Efe Foradori, mientras para el público, la “cercanía” con los intérpretes hace que el espectáculo sea “mucho más ameno” y “abordable”.

“El deseo es que la ópera se vuelva un objeto de consumo un poco más masivo”, concluyó.

Pocos de los que pasaban por allí mientras sonaba la música se permitieron pasar de largo. Los más, dejaron pasar el siguiente tren para no irse sin al menos una foto. “Para Snaptchat”, comentaba un grupo de jóvenes que guardaban sus teléfonos mientras se alejaban por los pasillos.

“Muy interesante. Son espacios culturales que se generan de la nada en un momento cotidiano que es el subterráneo. Además acá pasan millones de personas”, contó a Efe Sergio, un enfermero que hasta ahora solo había disfrutado de la ópera en vivo una vez, precisamente en el Teatro Colón, hábitat natural del género en la capital argentina.

“Está bueno, me gusta, le agrega un ‘acting’ (matiz en la interpretación) siendo ópera”, opinó Matías, un estudiante de Derecho que al salir de clase se encontró con el espectáculo.

Otra pasajera, Silvia, que hoy retrasó unos minutos su salida del Subte para escuchar la obra, apuntó: “Me encanta, ojalá que la gente lo sepa disfrutar”.

Y al finalizar la obra una cosa que no cambia y otra que sí: los aplausos del público con el eco del recinto, igual que en un teatro, y la satisfacción de los músicos, cantantes y espectadores mientras esperaban para tomar el metro, cada uno hacia su parada.

Nerea González

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