En el pasado, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha amenazado con medidas de este tipo, pero hasta ahora nunca ha hecho efectivas sus advertencias.
“Creemos que ha llegado el momento de considerar establecer este régimen de sanciones”, dijo Lacroix al Consejo de Seguridad, donde subrayó la urgencia de hacer avanzar el proceso de paz ante la creciente amenaza del terrorismo en Mali.
La reciente unión de las tres mayores facciones yihadistas en el país bajo el paraguas de Al Qaeda y la aparición del Estado Islámico (EI) en la zona crean, según la ONU, una situación “particularmente preocupante”.
“Los ataques terroristas de los grupos terroristas continúan y son cada vez más sofisticados”, apuntó Lacroix, que subrayó que el poco control que tienen las autoridades malienses sobre algunas zonas del país complica todo aún más.
La misión de Naciones Unidas en Mali (Minusma) sufre regularmente atentados y está considerada la más peligrosa de todas las operaciones que la organización tiene en marcha.
Lacroix explicó que la ONU busca disponer de más tropas sobre el terreno, dado que actualmente el número de “cascos azules” desplegado es inferior al autorizado por el Consejo de Seguridad.
La organización también considera necesario contar con equipos más sofisticados, incluidos helicópteros, dijo el responsable de las operaciones de paz.
Francia, que tiene sus propias tropas desplegadas en Mali, defendió hoy la idea de imponer sanciones a “aquellos que dificultan la implementación del acuerdo de paz” firmado en 2015.
“Esta perspectiva nos parece indispensable para levantar los numerosos bloqueos al proceso de paz e incitar a todos los actores malienses sobre el terreno a elegir el lado de la paz”, dijo el embajador francés, François Delattre.
Varios países del Consejo de Seguridad respaldaron hoy la posibilidad de establecer sanciones, mientras que otros advirtieron sobre la necesidad de evaluar adecuadamente su posible impacto.
Además de los continuos ataques del grupo yihadista Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y de sus filiales locales contra las fuerzas malienses, el norte del país es escenario de enfrentamientos intermitentes entre grupos armados locales pese al acuerdo de paz.
El acuerdo fue rubricado en mayo de 2015 en Argel por el Gobierno maliense, la Coordinadora de Movimientos del Azawad (CMA), que representa a la mayoría de los insurgentes separatistas tuaregs, y las milicias unionistas progubernamentales del Gatia.
