Marco Bogarín, el hombre del hacha que desafió a limpiavidrios, mencionó en sus redes sociales que solo se defendió ante la extorsión de los trabajadores informales, ya que nadie puede exigirle pagar por un servicio que no solicitó. La explicación la dio en medio de varias quejas que lo tildaban de insensible y violento. El hombre, que estaba con su esposa e hijo pequeño en el vehículo, añadió que mucho menos estaba dispuesto a aceptar un rayón o un vidrio roto por su negación.
Acertadas palabras de un ciudadano que, como muchos otros, tiene que pasar una verdadera odisea en cada cruce semafórico o cuando busca dónde estacionar. Marco añadió que tampoco pueden exigirle que se haga cargo de la problemática social que representan los limpiavidrios y los cuidacoches, dado que para eso está el Estado.
Esta última afirmación es la que no entienden muchas personas que defienden la actividad de limpiavidrios o cuidacoches, esgrimiendo la mera lástima como justificación. Añaden la falta de educación, desigualdad social, expulsión de la población del interior a causa de las multinacionales, etc. El conductor de un vehículo no tiene por qué estar reflexionando en cada esquina cómo erradicar la desigualdad social, ni cómo combatir la falta de trabajo en el país, no es su obligación. Además, unas monedas tampoco van a aminorar la problemática.
Hay que enseñar a pescar, no repartir pescado, y para eso existe un Estado. Si no funciona, esa ya es otra historia, pero el énfasis de las protestas tienen que darse en ese ámbito, a las autoridades de turno, y no contra los ciudadanos que solo expresan su descontento por las actividades informales, y tienen toda la razón en hacerlo.
Sin embargo, en alguna medida también es la ciudadanía la que ayuda a fomentar estas prácticas, como se da en el caso de los cuidacoches. En muchos casos, si un conductor frecuenta bastante un sitio, ya sea para trabajar o distenderse, suele arreglar por buena plata con el cuidacoche, para que ese sitio de estacionamiento siempre sea para él, como si fuera el dueño de la calle. Cuando otra persona quiere estacionar allí, el cuidacoche le dice que no puede hacerlo porque ya es el lugar de su cliente. Un hecho totalmente ilegal; la calle es de todos.
Evidentemente, para muchos, limpiar vidrios y cuidar vehículos es una manera fácil de ganar dinero, antes que buscar un trabajo formal. Por ejemplo, el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP), cada año ofrece cursos gratuitos para mandos medios, que bien pueden ser aprovechados por todos los que se dedican a estas actividades. Tal vez solo necesitarían el acompañamiento de algunos de los tantos políticos que dicen preocuparse por ellos. En vez de querer legalizar sus seudoprofesiones, podrían ver la forma de insertarlos realmente en la sociedad.