Sin embargo, existen enfermedades olvidadas en la industria farmacéutica. No porque no las conozcamos sino porque ahora son enfermedades de los empobrecidos del mundo y eso no interesa a las grandes empresas farmacéuticas porque sus enfermos no tendrían plata para pagar las medicinas que las curan.
Un ejemplo es la tuberculosis. En un tiempo era una pandemia en el mundo. Pero al mejorar la calidad de vida, la higiene y sobre todo la alimentación, fue desapareciendo de los países ricos. Ha quedado reducida a zonas del Tercer Mundo.
Otro caso se refiere al mal de Chagas.
Ya pasaron 100 años de su descubrimiento. Actualmente se calculan de 6 a 7 millones de personas en el mundo infectados de este mal.
Un testimonio: “Nosotros vivíamos desde niños con las vinchucas, vivíamos en una casa de adobes. Yo estudio bioquímica y en la universidad estudiamos esta enfermedad y de las vinchucas y recordando mi infancia pensé que tendría que hacerme un análisis. Y salí positivo. Hay mucha gente que tiene esta enfermedad, pero simplemente no lo sabe”.
Chagas es una enfermedad que mata silenciosamente. Sus pacientes enferman y mueren en silencio. Los síntomas con que se presentan en muchas ocasiones son atacados uno por uno, pero no se sospecha que tienen una causa escondida: el mal de Chagas. Chagas es la primera causante de los problemas cardiacos en América latina.
Esto que escribo hoy, para mí, es una muestra de la inhumanidad del capitalismo de mercado. Si obtener el máximo de ganancia, a como sea, es el objetivo de una empresa, de un modo o de otro traspasará los límites de la ética humana.