La jactancia de nuestro origen indígena que los paraguayos expresamos cuando queremos resaltar nuestra fortaleza, valentía, resistencia y capacidad de lucha (la garra guaraní) es la antípoda de la actitud real que tenemos en general hacia nuestros compatriotas indígenas, que no son más de 120.000, pero 70% de ellos se hallan en situación de pobreza.
Los indígenas son tema obligado de los discursos en campaña electoral. Figuran como prioridad de todos los programas de gobierno.
Incorporarlos a la vida nacional con toda su potencialidad y riqueza cultural es tema recurrente de los mensajes políticos que buscan transmitir una preocupación social, y que venimos escuchando desde hace muchos años en el Paraguay.
La realidad es que hasta hoy los indígenas no cambiaron su condición de ser los más pobres entre los pobres.
Los que huyen del campo, despojados de sus tierras y empujados por la miseria. Se desplazan a las capitales departamentales y a Asunción para terminar viviendo en el más absoluto desamparo y precariedad.
Los adultos mendigan, los niños no están escolarizados, ni atendidos en su salud, y muchos de ellos terminan siendo explotados sexualmente o atrapados por el crack.
Por eso no sorprende que desde el propio Gobierno (Ministerio de Hacienda) se haya decidido recortar el presupuesto del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi) para el próximo año, casi en un 50% con respecto al presupuesto vigente, el cual, en sí es absolutamente insuficiente para intentar siquiera aplicar una política de Estado dirigido mínimamente seria.
El presidente del Indi constantemente resalta la limitación presupuestaria que tiene la institución para afrontar los innumerables problemas de la población indígena.
Comunidades enteras desarticuladas y obligadas a realizar una diáspora hacia las zonas urbanas, sin opciones de supervivencia más que la mendicidad, sumaron más problemas que atender a los que históricamente ningún Gobierno ha podido resolver. Entre ellos, la protección de los territorios ancestrales y el desarrollo de programas de autogestión y desarrollo.
Los indígenas pasan inadvertidos a los ojos de la sociedad. Aunque se los ve en varias esquinas asuncenas o deambulando haraposos en los alrededores del Indi o las terminales de ómnibus.
Recortarles el presupuesto a la institución que tienen como referencia para canalizar sus demandas, es un signo de insensibilidad, un despropósito, una actitud irresponsable, mezquina y una muestra patente de que para este Gobierno también los pueblos originarios cobran relevancia solo en los informes, discursos y en épocas electorales.
El Paraguay multicultural y pluriétnico es solo retórica.
El Parlamento tiene que impedir que se concrete esta triste y lamentable decisión del Poder Ejecutivo con relación al Indi y a los destinatarios de los esfuerzos de esta institución. Los legisladores pueden demostrar que algo de sensibilidad y sensatez tienen, y honrar a los genuinos herederos de la garra guaraní.