A su criterio, el elemento central que impide una correcta recaudación fue la modificación de la tasa del impuesto a la renta agropecuaria solo para las medianas fincas; mientras que a las grandes propiedades no.
“El Iragro empieza a recaudar de sectores de poco volumen económico, manteniendo la situación de privilegio de los grandes; es decir una tasa baja a quienes controlan el 80% de la producción agropecuaria”, destacó.
Un segundo renglón en el análisis del economista radica en que el Iragro es un impuesto fácilmente evadible, ya que Hacienda no tiene las condiciones de controlar a todos los productores dispersos en el territorio. La alternativa que esgrimió es un impuesto a la exportación de materia prima agrícola o bien elevar a 20% la tasa del Iragro.