Hay signos que indican que la actividad económica está empezando a repuntar luego de casi 18 meses de caídas en algunos sectores y de estancamiento en otros.
Si bien hay factores que aún generan incertidumbre, existen indicios de que este repunte puede tener persistencia e ir consolidando una reactivación económica en los próximos meses.
En primer lugar, los precios internacionales de los productos de exportación han estado fluctuando en los últimos tres años en niveles relativamente buenos para la producción.
Un precio de exportación de soja de USD 350 la tonelada y de la carne de USD 3.500 la tonelada permite a los productores seguir invirtiendo rentablemente en expandir la producción y en mejorar la productividad, aunque a un menor ritmo que en los años anteriores.
En segundo lugar, si bien las tasas de interés en EEUU aumentarán, los bajos niveles de crecimiento de la productividad y de la fuerza laboral, presagian que los niveles de tasas de interés no volverán a los niveles previos a la crisis por un periodo largo de tiempo.
Esto implica que las buenas condiciones financieras internacionales para los países en desarrollo permanecerán por mucho tiempo y los flujos de inversión extranjera seguirán viniendo en condiciones ventajosas para nuestros países para sostener la inversión y el crecimiento económico.
En tercer lugar, en los países vecinos lo peor ya está pasando y están ingresando a un periodo de recuperación de sus economías, luego de cuatro años de recesión, con el consecuente impacto positivo sobre nuestro país, inicialmente en el comercio fronterizo que ha empezado a reactivarse en los últimos meses.
Sin embargo, en el frente interno es necesario ir disipando la incertidumbre que genera típicamente un periodo preelectoral sobre las políticas públicas fundamentales, en un país donde las instituciones son muy débiles.
En este sentido, es fundamental un análisis criterioso por parte del Poder Ejecutivo y del Congreso Nacional del Presupuesto de Gastos de la Nación para el año 2017, a fin de consolidar una política fiscal responsable en estos tiempos electorales.
Así como fue en el 2015, este año 2016 tampoco se cumplirá el límite de déficit fiscal fijado en la Ley 5098 de Responsabilidad Fiscal y la tendencia del déficit es creciente.
Es más, la contratación de obras bajo la Ley 5074 transmite la señal de que déficit fiscal y la deuda pública seguirán creciendo aceleradamente y que la sostenibilidad de las finanzas públicas irá deteriorándose en los próximos años. A mi parecer, esta ley debe ser derogada.
Como contrapartida, es necesario darle un impulso definitivo a los proyectos de alianzas público-privadas que están en etapas finales de adjudicación.
Por otro lado, si bien el presupuesto del 2016 ha mostrado un control en los gastos corrientes, las señales respecto al presupuesto 2017 son preocupantes.
Las demandas salariales son altas y poco razonables. Nos recuerda a la discusión del presupuesto del 2012, con la diferencia de que el déficit fiscal actual ya es muy elevado y no hay margen para reajustes salariales importantes.
Una señal positiva del Congreso sería disipar rápidamente las dudas sobre los ajustes salariales a los funcionarios públicos y aprobar un presupuesto austero para el 2017.
El segundo factor de incertidumbre es el climático. El fenómeno de La Niña está en pleno desarrollo. Si hay sequía en periodos críticos para el desarrollo de la soja, afectará severamente la cosecha con las consecuentes pérdidas para los productores y toda la cadena relacionada.
Por lo tanto, el entorno internacional y regional se está estabilizando y las perspectivas son buenas, especialmente respecto a las economías de Argentina y Brasil.
Sin embargo, es necesario que las autoridades nacionales den un “blindaje a la economía” con señales claras, manteniendo una política fiscal ordenada, a pesar de las disputas electorales que se avecinan. Si es así, este repunte de la economía irá consolidándose y pasaremos nuevamente a un ciclo positivo de crecimiento en los próximos años.