La decisión del CNG, que asaltó la sede del Consejo de Estado, uno de los organismos creados a raíz del acuerdo de paz forzado por la ONU y que declaró disuelto el gobierno de unidad, ha tensado la vida en Trípoli, escenario desde entonces de enfrentamientos armados esporádicos.
La última milicia en sumarse al ataque del CNG ha sido “la mesa de operaciones de los revolucionarios libios” (LROR), que en un comunicado difundido hoy acusa al gobierno de unidad designado por la ONU de haber agravado la crisis que vive el país.
“Mientras el país sufre duras condiciones, nuestros compañeros en el complejo Rixos (antigua sede del Consejo de Estado) combatían al Daesh (acrónimo en árabe del grupo terrorista Estado Islámico)”, afirmó.
“Todos los grupos armados que antes apoyaban a GNC deben volver a aliarse con él una vez más (para) defender la revolución de aquellos conspiradores y traidores que desean dividir Libia”, agregó en alusión a la comunidad internacional.
La milicia, creada en 2013 por el antiguo líder del CNG, el islamista Nouri Abusahmain, y considerada terrorista por el Parlamento libio, advirtió de que está lista para retomar la lucha.
“Reafirmamos que apoyamos la paz y que pretendemos que se construyan instituciones del estado reales. Pero si hay que luchar, estamos decididos a ello”, concluyeron.
La LROR es la segunda gran milicia que presta su apoyo al antiguo gobierno rebelde en Trípoli después de que el domingo lo hiciera la Guardia Presencial con un comunicado casi calcado.
Frente a la rápida pérdida de apoyos, el gobierno de unidad que dirige Fayez al Serraj recibió también hoy el espaldarazo de la alianza de milicias del oeste de Libia (Bunyan al Marsous), formada el pasado mes de mayo para combatir a los yihadistas que resisten en la ciudad costera de Sirte.
En un comunicado, el mando central de la alianza -controlada por las milicias de la poderosa ciudad de Misrata- acusaron al CNG de tratar de aprovecharse de la ofensiva contra los fanáticos para su agenda propia.
“Nos oponemos rotundamente a los golpistas del Rixos que dirige el CNG y (el ex primer ministro) Jalifa Ghwell. Es una acción ilegal de parte de quienes quieren sacar beneficio de la lucha contra el Daesh”, recalcó.
Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que hace cinco años la comunidad internacional apoyara el alzamiento rebelde en Bengasi y contribuyera militarmente a la caída del régimen de Muamar al Gadafi.
En la actualidad tiene tres gobiernos: uno en Tobruk, legalmente reconocido por la comunidad internacional, otro en la capital, llamado de unidad nacional, al que apoyan la ONU y la Unión Europea (UE) pero que carece de legitimidad, y el renacido gobierno rebelde de Trípoli.
Del conflicto han sacado provecho los grupos yihadistas, y en especial la Rama Libia del Estado Islámico (EI), que en apenas un año ha avanzado desde su bastión en Derna (oeste de Libia) hacia las ciudades de Bengasi (la segunda en importancia del país) y Sirte, en la costa centro.
En Sirte, milicias afines al gobierno de unidad -lideradas por la ciudad de Mirata- tratan desde mayo de expulsar por la fuerza de las armas a los fanáticos musulmanes que tomaron la ciudad en febrero de 2015.