Por Andrés Colmán Gutiérrez
CIUDAD DEL ESTE
"¡Pobre Cristiano!” es el llamativo título de un amplio reportaje que el influyente diario O Estado de São Paulo publica en su edición especial del domingo último, acerca del anuncio del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, de devolver al Paraguay el célebre cañón Cristiano (llamado así por haber sido construido con el metal de campanas de iglesias), capturado por las tropas brasileñas durante la Guerra de la Triple Alianza.
“En primer lugar, no es un cañón, sino un obús”, aclara el autor Iván Marsiglia, especialista en temas históricos. Pero la polémica no es en torno al tipo de arma, sino al anuncio presidencial de devolver el trofeo de guerra, que se guarda en el Museo Histórico Nacional, en Río de Janeiro, desde hace casi un siglo y medio. “Hay una pulseada en Brasilia, entre los que defienden la mantención en el país de un patrimonio histórico centenario y los que desean realizar un gesto de buena voluntad a Asunción”, refiere Marsiglia.
El autor explica que, aunque Lula ya ha anunciado la intención de devolver el cañón Cristiano al Paraguay, la decisión final debe aún ser tomada por el comité del Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (IPHAN), “cuyos consejeros tienen autonomía para decidir el destino de objetos caídos”.
“La decisión del comité puede llevar un mes o un año para salir, pero Itamaraty ya trabaja con la posibilidad de una ceremonia de entrega en el próximo encuentro entre Lula y Lugo, previsto para este primer semestre en Ponta Porá (frontera con Pedro Juan Caballero), en Mato Grosso do Sul”, destaca el artículo de O Estado.
EN CONTRA. Entre quienes se oponen a la devolución del cañón Cristiano está la museóloga Lía Peres Fernandes, quien afirma: “No sé quién lo merece más, si el pueblo brasileño o el paraguayo, pero su devolución abre un precedente grave para el patrimonio histórico del país”, sostuvo.
El historiador Francisco Doratioto, docente de Historia en la Universidad de Brasilia, autor del libro Maldita guerra, sostiene que, antes que ser devuelto, el cañón debería ser fundido “en una enorme campana, cuyo sonido anuncie nuevos tiempos, o en la construcción de un monumento en la frontera entre los dos países”.
Doratioto sostiene con convicción que el mariscal López fue un tirano que provocó la guerra, cuya estrategia “anticipaba las blitzkrieg, o guerras relámpagos, de Adolf Hitler”.
Del otro lado, el historiador Mario Maestri, quien condena las injusticias cometidas por los países de la Triple Alianza contra el Paraguay, cuestiona que la no devolución del cañón Cristianos, así como otros trofeos de guerra, demuestran “la enorme falta de sensibilidad del Estado brasileño”.
FRANCO SUBIÓ DE CARONA A GESTIÓN DE TICIO ESCOBAR
Aunque el anuncio de la devolución del cañón Cristiano fue presentado como respuesta del presidente brasileño Lula a un discurso del vicepresidente paraguayo Federico Franco, durante un acto conmemorativo en Cerro Corá, el pasado 1 de marzo, O Estado de São Paulo afirma que quien inició las gestiones fue el ministro de Cultura del Gobierno Lugo, Ticio Escobar.
“La verdad es que el vice de Lugo ?pegó carona’ (expresión en portugués de tomar un aventón o viajar ka’ípe) en un carruaje que ya estaba en movimiento en el diálogo entre dos países”, dice el reportero Iván Marsiglia.
Cuenta que “el santo nombre de (el cañón) El Cristiano fue mencionado anteriormente en la reunión entre los ministros de Cultura del Brasil, Juca Ferreira, y del Paraguay, Ticio Escobar, el 16 de febrero, en Foz do Iguaçú”.
Y agrega que “en la ocasión, ante la oferta brasileña y de los costos estimados de devolución del cañón, cerca de 3 millones de reales (unos 7.800 millones de guaraníes), el ministro paraguayo bromeó que prefería recibir el mismo valor en inversiones culturales en el país, antes que el presente griego de 12 toneladas”.
El diario brasileño agrega que el ministro de Cultura de Brasil, Juca Ferreira, pidió el parecer de sus colegas de Defensa, Nelson Jobim, y de Relaciones Exteriores, Celso Amorim. Con ambas aprobaciones, llevó la decisión al presidente Lula da Silva, quien “contestó, en su peculiar estilo: ?Mande rápido ese negocio, antes de que dé problemas’”.