El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es un instrumento estadístico que permite analizar la |evolución de los países, tanto en términos absolutos a lo largo de los años, como en términos relativos con respecto a los demás países del mundo.
El IDH ubica a Paraguay como país de ingreso “medio” junto con otros como Bolivia, Nicaragua y Honduras. Países como Argentina y Chile están entre los países de desarrollo humano “muy alto”, mientras que Uruguay, Costa Rica, Cuba, Perú y Ecuador, entre los de desarrollo humano “alto”.
En el último quinquenio, Paraguay verifica mejoras en el valor del índice pasando de 0,674 en 2010 a 0,693 en 2015. No obstante esta mejora, en este periodo la posición relativa cae 4 lugares. Es decir, avanzamos, pero muy lentamente, por lo que otros países nos han ganado en la carrera del bienestar.
Este resultado debería llamarnos la atención teniendo en cuenta el buen desempeño económico que tuvo el país en los últimos años. Lo que nos está diciendo la información es que el crecimiento del PIB no se traduce necesariamente en mejoras sustanciales en la calidad de vida, por lo que al final, cuando nos comparamos con otros países, terminamos atrás.
Esta situación queda todavía más evidente cuando comparamos países con mucho menor nivel de producto que están entre los de “alto” nivel de desarrollo humano. Con nuestro nivel de producto interno bruto, deberíamos estar mejor.
El Informe de Desarrollo Humano de 2015 incluye, además, el cálculo del Índice de Desarrollo Humano ajustado por desigualdad. En este último año, el IDH de 0,693 cae a 0,525, con lo cual, en comparación con los demás países, Paraguay empeora su posición relativa 5 lugares.
En definitiva, la publicación internacional proporciona elementos interesantes para el país al proveer el Índice de Desarrollo Humano comparable para todos los países y poniendo a la desigualdad como un factor relevante, confirmando lo que la percepción ciudadana siente de su país y lo que las estadísticas oficiales muestran.
No es ningún secreto la escandalosa desigualdad en el acceso a la tierra y en los ingresos. Tampoco son desconocidas las desigualdades de género, las desigualdades territoriales, tanto entre las áreas rurales y urbanas como entre los departamentos o las desigualdades tributarias.
Las desigualdades extremas que persisten en Paraguay, y para las que no hay políticas públicas, no contribuyen al crecimiento económico, al desarrollo, a la seguridad económica ni a la estabilidad política. Estas deben incluirse en la agenda pública para reducirlas de manera urgente y sustancial en el corto plazo.