Existe la derecha tradicional oligárquica, la derecha moderna, el progresismo, unas izquierdas con muchos matices teóricos, hasta llegar a la izquierda no capitalista.
Voy a intentar clarificar un poco esto usando las palabras del sociólogo François Houtart en la entrevista que le hace el periodista Sergio Ferrari sobre la segunda vuelta en las elecciones del Ecuador del 2 de abril.
“Los resultados podrán ser entendidos como un plebiscito –positivo o negativo– sobre los progresos promovidos por Rafael Correa y su proyecto de “Revolución Ciudadana”. En un país de cerca de 14 millones de habitantes, logró reducir en un 6% la pobreza y sacar de la miseria extrema a casi 2 millones de sus compatriotas. Se dieron avances significativos en la atención médica pública y se contabilizaron 1 millón 200 mil nuevos estudiantes”.
“Son logros ciertamente reales… Son cifras que indican avances cuantitativos en la perspectiva de modernizar la sociedad, pero sin transformarla a fondo”.
En este contexto existen algunos sectores sociales que “optan por apoyar a un representante del gran capital financiero, argumentando que en todo caso la situación no cambiaría demasiado”.
Se da una “verdadera alienación política de esos sectores sociales e indígenas que van a votar contra sus propios intereses más por argumentos afectivos que razonables, enfatiza Houtart. Algunos piensan que va a ser más fácil luchar contra la verdadera derecha, que contra la derecha moderna maquillada como izquierda”.
“Se presenta, argumenta Houtart, como una lucha entre la izquierda y la derecha tradicional. Cuando en realidad se trata de la derecha oligárquica tradicional y una derecha moderna en alianza con actores de izquierda…”.
Con este pensamiento Houtart, amigo del ex presidente Correa, lo que hace es insistir en algo descubierto ya en Chávez y Lula: lograron un proyecto posneoliberal, pero que no es anticapitalista.
Pero, ¿otra cosa era factible?