La India vota y las elecciones van a durar seis semanas; de sus 1.250 millones de habitantes, pueden votar unos 800 millones en 900.000 puestos de votación. Hay 130 millones de nuevos votantes (más del 50% de los hindúes son menores de 24 años). Participan 1.600 partidos, nacionales y locales. Fiscalizan las elecciones 10 millones de personas (funcionarios electorales y de seguridad). Difieren las cifras pero millones más, millones menos, son impresionantes.
Los candidatos a primer ministro son Rahul Gandhi, cuyo bisabuelo, abuela y padre fueron primeros ministros (Jawaharlal Nehru, Indira Gandhi y Rajiv Gandhi, respectivamente). Narendra Modi, a quien los sondeos conceden las mejores oportunidades de triunfo, representa al BJP, de orientación nacionalista. El outsider es Arvind Kejriwal, surgido como el líder de un nuevo partido, el AAP, cuya consigna es la lucha contra la corrupción.
Francamente, no lo envidio al ganador. ¡Lo difícil que ha de ser gobernar un país con dieciséis idiomas oficiales! Idiomas locales hay muchos más, como hay muchas religiones en ese país de tradición milenaria. Unos treinta siglos antes de la era cristiana, los pueblos dravídicos allí desarrollaron una civilización avanzada. Quince siglos antes de Cristo llegaron los pueblos arios; el mestizaje permitió el esplendor de la India antigua; después... Sería imposible pasar revista a más de tres mil años de una historia que ha dado importantes aportes a la filosofía, las artes y las ciencias; el cero es una invención de los matemáticos hindúes.
Mahatma Gandhi, sin parentesco con la actual familia política, es una figura principal de la India contemporánea, independizada de Inglaterra en 1947. Su revolución de la violencia no activa ha servido de inspiración a muchos movimientos políticos, y ha sido provechosa en la India independiente, por desgracia agitada por los estallidos de violencia religiosa que llevaron a la separación del país de Pakistán y Bangladesh.
Hubo violencia pese a la ideología pacifista de Mahatma Gandhi y al carácter tolerante de la religión hinduista, la mayoritaria. Pero la India es un país de contrastes, en todo sentido. Teniendo la mayor cantidad de vegetarianos del mundo, es uno de los mayores exportadores de carne del mundo. Teniendo centrales atómicas y tecnología avanzada, subsisten aún las diferencias de casta, aunque en zonas periféricas. (Las leyes condenan ese tipo de discriminación, más odiosa que la discriminación de clases: quien nace en el grupo de los parias o intocables, no puede salir de él).
Al margen de los contrastes, el país enfrenta los problemas comunes de otros países en vías de desarrollo, como la contaminación ambiental causada por la industrialización, y la migración de los campesinos hacia las ciudades. Encararlos debidamente es el desafío del nuevo gobierno; resolverlos será el ejemplo para el resto del mundo.