La principal de todas es que tuvo en sus manos el poder. Y con el, mostró verdaderamente lo que era. Un pobre cobarde vendido a su propio papel de gobernador.
¿Conoce usted a algún Pilato en su cercanía social?
Muchos conocemos a muchos Pilato actuales con nombres y apellidos y, por supuesto, con cargos de poder.
El evangelio de San Juan narra cómo Pilato, después de interrogar a Jesús, dice que es inocente porque no encuentra culpa en él.
Pero, las autoridades judías conocen su punto flaco. Si no condena Pilato a Jesús, lo iban a denunciar al Emperador. Y el cobarde cede, aunque después haga el nuevo esfuerzo de azotarlo para inspirar lástima y el de compararlo con Barrabás.
El cobarde al final se lava las manos como indicando que él no tiene la culpa. Palabras de excusa de todas las autoridades cobardes que tenemos. Después todas aparecen diciendo que son inocentes. Cobardes que, además, se burlan del pueblo. Un encanto.
La cobardía en ocasiones es colectiva. Una especie de histeria, que se inocula con el miedo.
Inclusive existen sistemas que, como los hay abiertamente brutales, ellos son vergonzosamente cobardes. Nunca dan abiertamente la cara, pero destrozan a los seres humanos.
El cobarde con poder hace mucho daño. Pero, examinándolos uno por uno y viendo sus causales, dan lástima.
Son cobardes porque están dominados. Unos, vendidos a las riquezas, no se atreven a salir de ese encierro. Otros, sicológicamente acomplejados, carecen de fuerzas. Los hay que genéticamente, quien sabe por qué, nacieron castrados. Y también existen aquellos a quienes una vida desgraciadamente muy dura los hizo esclavos. A muchos los compró el poder y ya nunca fueron libres.
Dice el credo católico: “Jesús padeció bajo el poder de Poncio Pilato y fue crucificado”. Pilato fue un cobarde. Me da lástima.