Se va acabando un nuevo quinquenio de gobierno y se inician los balances sobre los logros, las transformaciones realizadas y los desafíos pendientes. Si bien no es posible realizar análisis concluyentes –dado que la información estadística, los impactos y las obras tampoco estarán cerrados al término de la gestión– ya se pueden observar algunos resultados preliminares. De todos modos, esta gestión ya ha sido objeto de evaluación en las internas coloradas, lo que permitió anticipar la percepción ciudadana. Igualmente, la disponibilidad de algunos datos concretos y hechos relevados por la prensa proporcionan suficiente información para iniciar un debate sobre la gestión que termina.
El impulso dado a la infraestructura es un hecho relevante que no se puede dejar de señalar. Sin embargo, la debilidad institucional del sector público paraguayo no pudo impedir que el tráfico de influencia, los conflictos de intereses, los sobrecostos, el mal diseño de los llamados, de los proyectos y de los contratos, empañaran el escenario y crearan una sensación de extrema corrupción en el sector.
Adicionalmente a lo anterior se encuentra el hecho de que las obras en general se direccionaron a sectores particulares de la economía. Más allá de la renovación parcial de la flota de transporte urbano en Asunción y sus alrededores con subsidios al sector empresarial e incremento de pasajes a los ciudadanos, el transporte público sigue a la espera de un cambio radical.
De igual manera, la infraestructura en sectores que producen alimentos para el consumo interno quedó rezagada y la evidencia se encuentra en la permanente crisis del sector no solo en las áreas rurales, sino también en las ciudades. El estancamiento de la pobreza y el aumento de los precios de los alimentos son el reflejo del problema.
El crecimiento económico en estos años, a pesar de las condiciones económicas internacionales adversas, también es un aspecto positivo. Como en el caso anterior, tiene un lado oscuro: el de su incapacidad para generar más empleos de calidad, mayores ingresos y reducir la pobreza. A pesar de que el Gobierno implementó acciones, tanto desde la política laboral como agropecuaria, los resultados de corto y mediano plazo son exiguos.
En el ámbito social, las críticas son más fuertes. El acceso a la salud al parecer verifica un deterioro, teniendo en cuenta las críticas y quejas de la ciudadanía y algunos indicadores de cobertura; mientras que en la educación, pareciera que la situación se quedó estancada. Algunos programas de transferencias de ingresos aumentaron su cobertura, como el de la pensión alimentaria, pero quedó pendiente la inclusión de las personas mayores en una red que garantizara su acceso a la salud y a los cuidados que son necesarios en las edades avanzadas.
Así, la gestión tiene luces y sombras que se harán más nítidas a medida que los meses pasen. No obstante, hoy la ciudadanía dará también su veredicto con su voto a favor o en contra, pero también con su ausencia, el voto nulo, cruzado o en blanco.