Los empresarios cristianos consideran que es necesaria una reforma constitucional, pero solo si la misma se propone encarar todos los aspectos de la convivencia democrática, desde la organización del Estado hasta la vigencia efectiva de los derechos humanos en todas sus dimensiones.
“Es evidente que después de casi un cuarto de siglo de vigencia, la Constitución Nacional de 1992 requiere de reformas sustanciales, que adecuen sus normas al siglo XXI, ya que en este periodo se han dado transformaciones profundas en el país y en el mundo”, indica.
De lo contrario, destaca, “sería un engaño a la ciudadanía”, que se preguntaría con razón: ¿Qué es lo que debemos reelegir? ¿Acaso más secuestros, más corrupción en los tres poderes del Estado, más ‘secretarias vips’, más policías delincuentes, más narcotráfico, más asaltos y crímenes en las calles, más endeudamiento, más burocracia ineficiente y coimera…?
La democracia republicana, resalta la ADEC, no se limita al ejercicio formal del derecho a elegir a las autoridades, sino a la vigencia de la República, que implica la no concentración del poder; la división, complementación y mutuo control de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
También la limitación de los mandatos de los ciudadanos electos; el derecho de todos los ciudadanos a ser electos y/o ocupar funciones públicas, en base a sus méritos “y no por favores políticos”, además de otros aspectos, todos los cuales son constantemente violados en nuestro país.