Varios medios estadounidenses informaron el martes de la existencia de un documento de 35 páginas en el que se detallan informaciones presentadas como comprometedoras sobre Donald Trump, que podrían servir para ejercer chantaje sobre el magnate, que asume la presidencia de su país el 20 de enero. Entre ellas, se habla de la existencia de un video de carácter sexual filmado clandestinamente por los servicios rusos durante una visita a Moscú en 2013.
Este episodio recuerda el kompromat o “informe comprometedor” en ruso, una táctica usada por todos los servicios secretos, en particular el KGB en la época soviética. Hacer caer en una trampa a un responsable occidental gracias a los encantos de una bella rusa se ha convertido en un cliché, un estereotipo, a menudo usado en las novelas o el cine de espionaje.
Tras la caída de la URSS, en el caos de los años 1990, el “kompromat” se convirtió en instrumento para llevar a cabo campañas de descrédito contra hombres políticos, empresarios o altos funcionarios. “Todos los servicios secretos del mundo lo hacen, y nosotros no somos una excepción” admite el experto Mihail Liubimov, que dirigió durante mucho tiempo las operaciones del KGB contra el Reino Unidos y los países escandinavos. Fotografiado con un hombre cuando la homosexualidad estaba prohibida en Reino Unido, John Vassall, agregado naval británico en Moscú de 1954 a 1956, se vio obligado a convertirse en uno de los más célebres espías del KGB en Gran Bretaña.
La “guerra de los kompromat” se libró con fuerza en los años 90, cuando los oligarcas rusos luchaban entre ellos para controlar grandes empresas, y utilizaban sus imperios de prensa para lanzarse las peores acusaciones. afp