En este enclave, una antigua finca cafetalera de dueños alemanes que abandonaron la región durante la Segunda Guerra Mundial, se celebra desde hace 70 años, según los ancianos más sabios del pueblo, el “Juego de los Judíos contra los Centuriones”.
Se trata de una tradición que combina las raíces católicas y mayas de esta pequeña población, ubicada en Suchitepéquez, a 170 kilómetros de la capital guatemalteca, donde decenas de pobladores se disfrazan de judíos para crucificar a Jesús durante el Viernes Santo.
Quienes representan a los judíos se visten con trajes de colores chillones y máscaras de demonios, animales y diferentes monstruos. Salen a las calles del pueblo el Jueves y el Viernes Santo con varas de madera.
Entre brincos y risas se burlan de las personas de la aldea y arrastran a Jesucristo por los callejones y las arterias principales.
Son los propios artesanos locales, algunos desde hace varias décadas, los que realizan los trajes y las máscaras.
Los participantes eligen a los personajes, aunque este año algunos han optado por usar máscaras de plástico importadas. Incluso así, el sentimiento legendario y arraigado de esta costumbre pervive.
Y si no, los hombres mayores que caminan con matracas gigantes haciendo ruido les recuerdan a todos el por qué de esta solera tradición, que ha sabido sobrevivir al paso de los años.
El Jueves Santo realizan carreras, donde casi 300 judíos son perseguidos por los centuriones, quienes los golpean en la espalda con sus sables sin filo.
Esto se repite ocho veces. Después, el “Rey Judío” y el “Rey Centurión” corren a caballo representando un duelo de espadas bajo el sol del verano guatemalteco, que en esta región genera temperaturas de hasta 38 grados.
En la tradición de Chocolá, los “judíos” representan a quienes quieren matar y lastimar a Jesús. Entre ellos van dos personajes emblemáticos: Judas, el apóstol que lo traicionó, y Barrabás, quien iba a ser crucificado en lugar de Jesús.
Uno de los representantes de estos juegos, Enio González, cuenta a Efe que esta tradición representa “una historia muy grande” de los antepasados de la comunidad. El Viernes Santo es el clímax de la Semana Santa, donde a mediodía, los judíos “jalan” y “crucifican” a Jesús frente a la iglesia del pueblo.
Después se realiza “El Encuentro”, donde los centuriones castigan a los judíos rodeándolos por sorpresa y los golpean. Nunca ha habido muertes, aunque sí algunos heridos, y esto se debe a una ceremonia maya que se realiza anteriormente para “protegerlos”.
Los participantes de ambos lados, judíos y centuriones, suelen beber cerveza o aguardiente durante los dos días que dura “el juego”, en el que también participan los más pequeños del pueblo, “las semillas” que están germinando para adaptarse y aprender los entresijos de una historia que tiene futuro.