Partieron desde el kilómetro 51 de la Ruta 2 Mariscal Estigarribia hasta la explanada de la Basílica de Caacupé. Ahí pidieron una mejor educación, mejor infraestructura para las escuelas, mejor remuneración para los profesionales del área y un sistema que responda a la realidad.
En su manifiesto sostuvieron que a la poca inversión en todos los niveles de educación se le suman la malversación de fondos que se destinan a políticos o amigos de turno. Denunciaron el sistema político perverso “y populista” de compra de votos.
Para los jóvenes “la corrupción impide ver el futuro con esperanza”.
Pidieron por un Estado presente en los lugares de conflicto, como el norte del país, y con problemas sociales no como amenazas a los pobladores, sino como apoyo y respuesta a los problemas.
También pidieron por la familia y se pronunciaron contra “leyes de discriminación que dan a entender que buscan la igualdad, mientras detrás esconden una verdadera discriminación hacia quienes creemos en la familia entre papá y mamá”.