Además de estar en el cielo, Cristo está realmente presente en la Sagrada Eucaristía.
“La presencia de Jesús vivo en la hostia santa es la garantía, la raíz y la consumación de su presencia en el mundo”.
Cristo vive, y está también presente con su virtud en los sacramentos; está en su palabra, cuando en la Iglesia se lee la Sagrada Escritura; está presente cuando la Iglesia ora y se reúne en su nombre. Vive en el cristiano de una manera íntima, profunda e inefable.
Cumplió la promesa que hizo a los apóstoles cuando se despedía de ellos en la última cena: Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y en él haremos morada.
Dios habita en nuestra alma en gracia y ahí debemos buscarle, ahí debemos escucharle, pues nos habla, y le entenderemos, si tenemos el oído atento y el corazón limpio.
A esa presencia se refiere San Pablo cuando afirma que cada uno de nosotros es templo del Espíritu Santo.
El papa Francisco en una de sus homilías dijo: “Acepta entonces que Jesús resucitado entre en tu vida, recíbelo como amigo con confianza: ¡Él es la vida!
Si hasta ahora has estado alejado de él, da un pequeño paso: te recibirá con los brazos abiertos.
Si eres indiferente acepta arriesgar; no quedarás decepcionado.
Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, CONFÍA EN ÉL, ten la seguridad de que Cristo está siempre muy cerca de ti, él está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como él quiere”.
(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal, y de la página web Actitudes del Catequista. En el sitio www.isca.org.ar, Homilía 30.03.13)