MOSUL - IRAK
El primer ministro de Irak, Haider Al Abadi, anunció ayer el fin del autoproclamado califato del Estado Islámico en la ciudad de Mosul, luego de que las tropas del Gobierno capturaron las ruinas de una simbólica mezquita tras ocho meses de feroces combates.
Las autoridades iraquíes esperan que la prolongada batalla por Mosul termine en los próximos días, ya que algunos combatientes del EI aún se encuentran agazapados en un puñado de vecindarios de la Ciudad Vieja. La captura de la Gran Mezquita de Al Muri, una construcción de 850 años de antigüedad desde donde el Estado Islámico proclamó su califato en Irak hace tres años, representa una enorme victoria simbólica. “El retorno a la mezquita de Al Nuri y del minarete Al Hadba a la nación representa el final del estado de falsedad de Daesh”, dijo Abadi, en referencia al acrónimo árabe del grupo musulmán suní. La caída de Mosul en efecto marcaría el final del califato de Estado Islámico en Irak, pese a que el grupo todavía controla territorios al sur y al oeste de la ciudad. Su capital en Siria, Raqqa, también está bajo el asedio de una coalición liderada por agrupaciones kurdas y que recibe el apoyo de Estados Unidos.
La coalición que busca recapturar Raqqa rodeó por completo ayer la ciudad, después de encerrar a los militantes por el sector sur, dijo el grupo activista Observatorio Sirio por los Derechos Humanos. Estas pérdidas redujeron el territorio en manos del Estado Islámico en 60%, desde los máximos que controlaban hace 2 años, y recortaron sus fuentes de ingresos en 80%, a solo 16 millones de dólares por mes, de acuerdo a cálculos de IHS Markit. La semana pasada, Estado Islámico hizo volar la mezquita de tiempos medievales y su famoso minarete, mientras las fuerzas iraquíes apoyadas por Estados Unidos avanzaban para llegar al sector. La bandera negra de los extremistas estuvo ondeando desde el minarete de al-Hadba desde el 2014. Los costos de la batalla por Mosul fueron enormes. Además de las muertes de soldados, se estima que miles de civiles han perdido la vida.
Alrededor de 900.000 personas, casi la mitad de la población de la ciudad norteña antes de la guerra en la ciudad iraquí, han huido de los combates, en su mayoría refugiándose en campos o con familiares o amigos, de acuerdo con grupos de asistencia humanitaria.