Por Jhojhanni Fiorini | @Jhojhanni
Por las noches no podía dormir porque a escasos metros de su casa se escuchaban las explosiones de las bombas del ejército pro-ruso. “Oía los disparos y no sabía a dónde iba a caer la bala”, relata Igor Protsenko, una de las miles de víctimas del conflicto en Ucrania, quien reside en Paraguay desde hace seis meses.
Protsenko, nacido en Rusia en 1966 pero de nacionalidad ucraniana, se refugió en nuestro país después de padecer trágicos y angustiosos días cuando vivía en la ciudad de Donetsk, en Ucrania, debido al enfrentamiento armado que se instaló en esa región.
Igor llegó a Paraguay el 25 de septiembre de 2014 sin conocer nada sobre nuestro país y, sin embargo, dice que inmediatamente se enamoró de la tierra guaraní.
En mayo del 2014, Protsenko se encontraba terminando la traducción del español al ucraniano de la novela paraguaya de Juan Manuel Marcos “El invierno de Gunter” y debido a que no podía continuar trabajando y residiendo en Ucrania, pensó en arriesgarse y consultó al doctor Marcos, rector de la Universidad del Norte, si es que éste tenía alguna vacancia para él dentro de su universidad.
Marcos le pidió que le enviase un currículo para estudiar el caso. Días después recibió la buena noticia y fue aceptado como coordinador académico asociado.
“Cuando le conté a mi hermano que iba a ir al Paraguay, no lo podía creer”, dice Protsenko y cuenta que le dijo que en Paraguay se habla un idioma que éste no entendía, refiriéndose al guaraní. Sin embargo, el filólogo conocía muy bien el español y decidido a aprender lo necesario para vivir aquí, fijó su rumbo.
Salvados por milagro
A pesar de haber obtenido la aprobación para venir a trabajar en Paraguay, el doctor Protsenko no pudo trasladarse inmediatamente debido a que en ese momento se encontraba colaborando con los periodistas del canal de televisión español Antena 3, quienes realizaban una serie de reportajes y entrevistas sobre la situación en Ucrania bajo el título “En tierra hostil”.
Igor relata que uno de los momentos más peligrosos que le tocó enfrentar fue cuando acompañaba a los integrantes de la televisión española hasta la ciudad de Kramatorsk, a 60 kilómetros de Donetsk.
A pesar de que contaban con el permiso para filmar en esa zona, Protsenko relata que aparecieron unos soldados con fusiles de asalto en las manos y empezaron a tirotear contra ellos para que abandonen la zona.
Después de este incidente, Protsenko y los integrantes del equipo de filmación fueron llevados hasta un sótano en donde torturaban a la gente.
Afortunadamente esto no ocurrió con ellos, les hicieron ingresar a una estrecha sala y permanecieron allí por varios minutos que, según el ucraniano, parecían horas. Después de esto fueron obligados a borrar todo lo que habían grabado hasta el momento y retirarse inmediatamente del lugar.
En otra ocasión, Protsenko se vio obligado a trasladar a su madre a otra ciudad y decidió hacerlo en autobús, por lo que fue hasta la estación para comprar los billetes en el momento en que aparecieron unos soldados que empezaron a disparar hacia arriba obligando a las personas a tirarse al suelo de la estación de autobuses.
Hoy puede contar la historia, pero Protsenko afirma que nunca olvidará esas tormentosas horas en las que temió por su vida.
Una nación dividida
La residencia de Protsenko en Donetsk se encontraba muy cerca del mundialmente conocido estadio de futbol “Donbass Arena”, uno de los mejores de Europa y del mundo. Esa es una de las zonas en las que se instaló el ejército pro-ruso.
Ucrania pertenecía anteriormente a una de las 15 repúblicas que conformaban la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Después de la década de los noventa esta se disolvió, dejando “libres” a las demás naciones alrededor de Rusia, que era el núcleo de la Unión.
Desde la independencia, Rusia ha tratado de influir en este vasto territorio de 46 millones de habitantes, explica Protsenko.
Ucrania es hoy un país industrial que produce aviones, trenes, coches y carros de combate. Además, se le considera un “inmenso granero”, gracias a sus tierras fértiles. Tiene reservas de gas pero aún así importa buena parte de este recurso energético de Rusia.
La economía ucraniana ha estado en recesión desde 2012, pero según el Fondo Monetario Internacional (FMI) este año podría crecer un 1,5%. Hoy el país está dividido (aunque no en partes iguales) entre pro-rusos (según las encuestas, anhelan los tiempos de la Unión Soviética) y pro-occidentales.
Un separatista pro ruso armado camina en el destruido Aeropuerto Internacional Donetsk, en Donetsk, Ucrania. | Foto: EFE
Igor Protsenko comenta que él nunca se involucró en la política. Además de filólogo era bailarín y cantante, por ello dedicaba su vida al arte.
Recuerda que antes del conflicto llevaba una buena vida, era catedrático de las lenguas romances en la Universidad Nacional de Donetsk y jefe del departamento del español en la misma casa de estudio. Su esposa, quien todavía reside en Ucrania y a la que se vio obligado a abandonar, también se dedica a la enseñanza, siendo vicerectora de una universidad.
Protsenko confiesa que todos los días habla con su pareja por Skype, a pesar de que se dificulta mucho a veces por la diferencia horaria, ya que allí son siete horas más que en Paraguay. Cuenta, no obstante, que dentro de dos semanas viajará hasta Ucrania para visitarla.
Asimismo, recuerda que su hermano, quien reside en Hamburgo, a pesar de todo el conflicto se encuentra a favor de los pro-rusos. “Él no sabe cómo funcionan las cosas, solo escucha lo que dicen los medios y todo el mundo les cree a los periodistas”, afirma.
“No hay como los paraguayos”
Igor dice que sin duda en Paraguay se siente muy cómodo. “No me siento como un extranjero”, expresa Protsenko con una sonrisa en su rostro, explicando a la vez que todo se lo debe a la gente “que es muy hospitalaria” y le hacen sentir muy protegido.
“Yo estuve en diferentes países, pero en ningún lugar del mundo hay gente como los paraguayos”, confiesa.
Reconoce también que no solo en Ucrania no se sabe nada de Paraguay sino en todo el resto de Europa. “Paraguay es una tierra incógnita”, asegura Protsenko, quien afirma que nuestro país cuenta con muchísimas ventajas, entre ellas la lengua guaraní.
Relata que debido a esta lengua se llevó muchas sorpresas al momento de llegar al país, ya que deseaba probar algo típico paraguayo y acudió hasta el conocido local “Lido Bar”, allí pidió una sopa paraguaya y un “pastel mandi’o”, pensando que probaría una especie de caldo nacional.
Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando la mesera le trajo un pedazo de sólida sopa y a continuación un salado pastel de mandioca.
Protsenko confiesa que después de todo lo que padeció y vive actualmente, no desea abandonar Paraguay. “Yo no sé cómo voy a dejar de vivir aquí”, sostiene.
Reflexiona que a pesar de todo lo que tuvo que soportar, esos malos momentos le permitieron conocer esta maravillosa tierra guaraní, de la que hoy dice “estar enamorado”.