Se dice que el amor no es egoísta y prueba de eso es la historia de Juan Manuel Cubilla, que demostró que hasta en el momento más difícil que puede atravesar una persona, como enfrentar la muerte de un ser amado, se puede ser generoso y pensar en los demás.
Así que decidió en compañía de sus familiares donar todos los órganos de su esposa, Cecilia Elizabeth Arias, de 48 años, quien sufría de una aneurisma cerebral.
Llevaban 20 años de compartir juntos la vida. Ellos no pudieron tener hijos, así que solo se tenían a ellos mismos. Juntos luchaban contra la enfermedad que la llevó a terapia intensiva hasta que, poco después, uno de los médicos tuvo que darle la dura noticia de que su esposa tenía muerte cerebral.
En medio del dolor, el amor y la solidaridad pudieron más
Entre lágrimas, don Cubilla contó que la decisión difícil fue respaldada por la familia. Se reunieron los seres más cercanos y decidieron donar los órganos. “La gente necesita para seguir viviendo, ella es sana y en vano sus órganos se van a pudrir bajo la tierra, siendo que hay tantos que esperan ayuda”, fueron las palabras del esposo de Cecilia.
Hasta el final la acompañó, se separaron la noche de este viernes cuando un equipo de médicos a bordo de una ambulancia llegó hasta el sanatorio para retirar los órganos que iban con destino a varios lugares, donde otros pacientes aguardaban esperanzados.
Dar vida después de la muerte
Con la donación de órganos, siete personas serán las beneficiadas. Entre ellas estaba el niño Víctor Ramírez, que llevaba más de tres meses esperando encontrar un donante de corazón, pero, lastimosamente, el pequeño de 8 años no resistió y falleció en la mañana de este sábado, pocas horas luego de su trasplante.
No obstante, otras personas serán desconectadas de los aparatos de diálisis, ya que también donaron los riñones; alguien más podrá caminar, ya que recibirá sus piernas y fémur; otro podrá ver, porque también entregaron sus córneas.
Triste, pero feliz
Se dice también, que el amor nunca deja de ser, y aunque hoy don Cubilla regresa a su hogar en Lambaré sin su amada compañera, le reconforta saber que “seguramente ella estará contenta en el cielo, porque parte de ella está en otra persona”.
Al final de todo, don Cubilla hizo un llamado a los familiares de pacientes que tienen temor a donar. “Que no esperen, que sigan adelante. Donar es dar vida después de la muerte”.