16 abr. 2024

Hipocresía nacional

Por Benjamín Fernández Bogado – ww.benjaminfernandezbogado.wordpress.com

Benjamin Fernandez

Todos se pegaron el pecho de indignación al descubrir que una niña había sido violada sistemáticamente por su padrastro ante la mirada cómplice de su madre, el Estado y su entorno social. A nadie le importó cuidarla de los depredadores, ni tampoco las normas ni las instituciones actuaron cuando debieron hacerlo. Lo peor vendría después, cuando se constató un caso de incesto.

Este país, que se dice católico o cristiano, carece de la capacidad de acabar con su asombro hipócrita de celebrar la venida del Papa y no hacer absolutamente nada para cuidar a los más débiles y desvalidos. Somos un país de hipócritas, incapaces de asumir nuestras responsabilidades más elementales como padres observando pasivamente cómo las hienas devoran a sus hijos y contemplando luego cómo violan a los violadores al ingreso en prisión. Todo mal... lamentablemente.

Debemos asumir como país nuestra debilidad como Nación y como estructura familiar. No somos capaces de hacer de esa base angular de la sociedad la razón de nuestro esfuerzo y compromiso. Este país que declama constitucionalmente los valores familiares no tiene un solo plan de promoción y cuidado de ella. Cínicamente hemos elevado a la condición de ministerios y viceministerios a los que cuidan de la mujer, la juventud, la niñez y la adolescencia... pero no tenemos a nadie que cuide de las familias. Somos lo que hacemos con ella o lo que dejamos de hacer. Y hoy pagamos sus consecuencias. Estructuras rotas, divorcios en abundancia y fáciles. Temor a casarse y construir una experiencia en común. Incapacidad de enfrentar los retos. El Paraguay que verá el Papa es un país roto familiarmente. Él lo ha conocido en la ciudad más grande del país: Buenos Aires, donde viven partes desestructuradas de un país que padece aún el genocidio de una guerra que se inició hace 150 años y que algunos justifican la irresponsabilidad paterna y materna porque había “7 mujeres por cada hombre”. Esta fractura familiar nos cuesta mucho en corrupción. Miles de nuestros funcionarios públicos no cobran su salario completo por las múltiples demandas judiciales de asistencia a su prole. Solo comprueben en nuestros ministerios claves cuál es la situación para darnos cuenta de que la irresponsabilidad paterna o materna no es solo un problema individual sino un gran problema social. Uno que trabaja en el Ministerio de Hacienda me dijo: “Debo robar porque no me alcanza el sueldo con los cuatro hijos extramatrimoniales que tengo”.

Pero el robo más grande se hace en las propias casas. Viviendo en promiscuidad y sin haber aprendido que hay que cuidar de la prole, los depredadores se devoran a sus hijas mientras las madres asienten tolerantemente la vergüenza de lo que marca para siempre a la víctima. Ellos son parte de nuestra hipocresía colectiva. Si como Estado no tenemos políticas de incentivos a las familias, si las que cuidan de sus hijos no tienen estímulos y no hay promoción de ellas... lo que vemos es solo consecuencia. Nos asustamos ante estas noticias que colocan al Paraguay entre los peores países del mundo para nacer y... para vivir en familia.

Basta de hipocresía... este país no aguanta más tanto cinismo. El problema está entre nosotros y no estamos haciendo lo que debemos como padres, ciudadanos ni gobiernos. Esa es la verdad.

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