El Gobierno mostró a finales de 2014 e inicios de 2015 un alto optimismo sobre el desempeño del país para este año en foros nacionales e internacionales. Esta visión fue criticada por algunos analistas económicos debido a la evidencia de retracción económica mundial ya desde el año pasado y a las conocidas restricciones internas para implementar políticas públicas.
En efecto, la desaceleración de la China y de América Latina ya se habían iniciado, a lo que se agregó en 2015 el aceleramiento de la ralentización de la economía brasileña. Las autoridades económicas paraguayas deben asumir que los cambios en el desempeño económico internacional son profundos y de largo plazo, lo que exige al país transformaciones estructurales dada la importante apertura externa de la economía y la volatilidad que ello implica.
Más allá de una sobreestimación del crecimiento del PIB, existen factores concretos que afectaron a la economía paraguaya este año. Uno de ellos fue la reducción de las exportaciones de energía eléctrica derivada de una menor producción.
Otro factor relevante fue la economía brasileña, que no solo redujo su crecimiento sino que también depreció su moneda y aumentó los controles fronterizos. Estos hechos afectaron tanto las exportaciones como las reexportaciones paraguayas hacia el Brasil.
Las autoridades nacionales deben comprender que la economía paraguaya no puede continuar dependiendo tanto de exportaciones de bajo valor agregado y de pocos destinos, ya que pareciera que lo que está pasando a nivel mundial no es coyuntural.
Esta estructura económica no solo es volátil en materia de crecimiento económico, afecta también a la capacidad de recaudación del Estado y por ende de implementar políticas contracíclicas. La crisis internacional repercutió disminuyendo los ingresos tributarios. Paraguay, además, no aprovechó los años de crecimiento económico para generar una estructura tributaria más justa y que permitiera enfrentar en mejores condiciones los momentos de desaceleración como el actual.
La falta de recursos genuinos sumada a varios años de déficit fiscal y al endeudamiento actual impiden continuar expandiendo el gasto público. En este contexto, al sector público se le hace difícil enfrentar la desaceleración externa con una mayor expansión fiscal.
El actual Gobierno hizo una apuesta importante al impulso de la infraestructura; sin embargo, los problemas de gestión no permitieron que hasta ahora esos fondos contribuyan de manera sustantiva a dotarle de dinamismo a la economía. Adicionalmente, son necesarias políticas estructurales y de largo plazo que diversifiquen la estructura productiva.