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Cuando uno habla por teléfono con el estudiante de último año de la carrera de Administración, imagina a una persona mucho mayor. A los 23 años, y casi cinco de administrar la empresa, Marcos invirtió su tiempo de juventud en la firma constructora. Los valores familiares se trasladaron a la empresa cuyo lema es Cumple lo que prometes.
–¿Cómo te iniciaste en el rubro?
–Con mi padre, el Ing. Luis Tabakman, quien está hace 25 años en el rubro, con él desde los diez empecé a asistir a las obras, interiorizarme del trabajo haciendo pasantías en la empresa cada verano, hasta conocer todas las áreas. Ayudó también el hecho que hice el bachiller en el Colegio Técnico Nacional de Asunción en construcciones civiles y ya tenía una idea de todo lo que eran planos, obras y dibujos.
–¿Cuándo nació Ingglass?
–En el 2009 nos independizamos de otra sociedad que él tenía y armamos otra desde cero, Ingglass, con Marcos Román y Matías Román como socios directores. Comenzamos con cuatro personas en la parte administrativa y ahora somos quince, pero tenemos subcontrataciones de mano de obra con los que llegamos a las cincuenta personas.
–¿Podrías citar algunas obras importantes que han realizado?
–Nuestro edificio más grande es el Mariscal Center, donde instalamos todos los vidrios, cielorrasos y mamparas de yeso. También hicimos servicios para la Cooperativa Nazaret, el Hotel La Trinidad de Encarnación, ampliaciones en el Hotel Acaray, Concepción Palace Hotel y el Sheraton. Actualmente, estamos con la ampliación del Shopping Pinedo y realizando instalaciones de mamparas de yeso, cielo raso y yeso en el edificio más grande del nuevo eje corporativo de Aviadores del Chaco.
–¿Cuál fue el secreto del crecimiento?
–Muchos dicen que en Paraguay todo es fácil, pero no es tan así. En el rubro de la colocación la impuntualidad está a la orden del día. Para que crezca una empresa hay que sacar la cultura del ñembotavy del paraguayo, la cultura de la irresponsabilidad, para crecer hay que cumplir, ser responsables. Nosotros tenemos una atención personalizada porque prácticamente hablan con los dueños de la empresa. Nuestro pilar es tener una buena relación con el cliente, saber si está conforme, cumplir los trabajos a tiempo, hacer lo que él pide, no prometer cosas que no vas a poder cumplir.
–¿Cuál es la práctica común en ese sentido?
–Muchas personas ofrecen una cosa, pero entregan otra cosa. Nuestra política es cumplir con lo que se trató, pero en el caso que no haya lo que pidió, por ejemplo un manijón, bueno, hay que ponerle uno mejor. Cumplir igual o para más, pero nunca para menos, cuidar la calidad y no mentir.
–¿Hay mucha competencia en el rubro?
–Sí, cada vez hay más competencia en vidrio templado (para fachadas comerciales, dúplex) pero nosotros también hacemos carpintería de aluminio (edificios) y de PVC. Hay mucho crecimiento comercial, entonces para diferenciarnos damos asesoramiento al cliente desde el inicio del proyecto hasta el final de la obra a nuestros clientes. En el caso de los nuevos clientes lo hacemos poco a poco, porque muchas personas te sacan información y no te contratan, y lleva tiempo y esfuerzo hacer los proyectos.
–¿Cuál fue tu aporte a la empresa?
–Como sabés, cuando comenzás una empresa y no tenés personal, uno cumple varios roles: yo hacía la parte administrativa, los costeos y la atención a los clientes. Creo que mi parte fue cuidar los recursos financieros, el flujo de caja.
–¿Cómo fue la relación con tu padre, a su vez tu socio?
–Fue difícil, porque antes no discutía con mi papá. Pero fui aprendiendo a defender mis posturas con argumentos y mantener la calma. También influyó la diferencia de edad en la visión de una empresa, la gente joven incorpora la tecnología en la gestión, el concepto de eficiencia, de globalización, etc.
–¿Cómo manejan las diferencias con los demás socios?
–Pasaba con mi papá que el trajín del día no había tiempo de hablar en la oficina y uno comete el error de hablarlo de noche horas y horas y no llegabamos a nada. Entonces me di cuenta que es mejor fijar reuniones con objetivos claros y tratar los temas allí, con directivos o empleados. Buscamos evitar las peleas y poner las cartas sobre la mesa, evaluar los pros y contras de las decisiones.
–¿Qué costo tuvo iniciar tan joven?
–Empecé con 19 años y como hacés todo, hasta poder contratar gente, era trabajar horas y horas los tres primeros años, a veces más de doce horas. Un sábado tus amigos estaban divirtiéndose y vos trabajando, eso redujo mi vida social, me costó la facultad, pero sabía que mi objetivo era llegar a una estabilidad para poder delegar un poco más. También viví estrés, porque había cosas que pagar y a veces clientes que no pagaban. Fruto de eso se resintió en un momento mi salud, comía comida chatarra fuera de hora y llegue a tener sobrepeso, pero ahora voy buscando un equilibrio.
–¿Qué te ayudó a crecer en este proceso?
–Me ayudó el hecho de pertenecer a un gremio, soy parte de la Unión Industrial del Paraguay (UIP) e hice amigos de mi edad o mayores que están en una situación similar a la mía. Te alimentás de información, intercambiás datos, etc.
–¿Cómo administrás la situación cuando un empleado se equivoca?
–Cuando es un proveedor soy bastante duro, pero con los empleados les llamamos la atención y si es reiterativo hay que ir a sanciones económicas, despedirlo es una medida extrema. Siempre tenemos en cuenta que el aspecto humano es importante y tratamos de ser comprensivos.
–¿Qué momento vive el país y el rubro?
–La inversión en la construcción fue creciendo, hay un boom y creo que se perfilan unos diez años de bonanza. Las grandes inversiones del sector privado tuvieron un efecto contagiante y le daría el mérito, ya que las obras del Estado siempre quedan en unas pocas manos y no permean.