Por Andrés Colmán Gutiérrez
TAÑARANDY, MISIONES
Un colorido y exótico cartel, instalado junto al Yvága rape, el camino donde se realiza anualmente la procesión de las luces, en la popular celebración de la Semana Santa, en la pequeña localidad de Tañarandy, Misiones, llama la atención de los visitantes.
Es uno de los tantos cuadros pintados y expuestos al aire libre, en estilo naif (ingenuo) que muestra a varios pobladores en medio de la calle, saludando a un plato volador que desciende desde los cielos.
Junto a la escena gráfica, un texto explica: “La comunidad de Tañarandy da la bienvenida a los extraterrestres que nos visitan”. Y también hay una fecha: Setiembre de 1998.
“Este es el cuadro que más buscan los visitantes y turistas que llegan en la Semana Santa, para sacarse fotos junto a él. A todos les llama la atención, pero pocos conocen su verdadera historia”, explica el artesano Sindulfo Silva, propietario de la galería de arte Takuaverá, junto a cuyo local se expone el cartel.
El cuadro fue pintado por el artista popular Cecilio Thompson, ya fallecido, a raíz de un pintoresco episodio ocurrido en setiembre de 1998, cuando una pareja de enamorados se encontraron en horas de la noche, durante una cita romántica, en un huerto en penumbras, junto al amplio patio de la granja Kandiré, que en ese momento era propiedad de la familia Quartier Clari.
En uno de los momentos más apasionados del encuentro, la mujer empezó a dar extraños gritos. Las exclamaciones llamaron la atención de algunos vecinos, que acudieron a ver qué sucedía y encontraron a la joven pareja saliendo del huerto, con cara de asustados. Ambos relataron entonces que acababan de divisar una extraña nave, con una luz muy brillante, sobrevolando el lugar.
Ovnis, pomberos, vírgenes y kurupis
“Aquella historia de la pareja que vio a los extraterrestres fue el comentario de todo el pueblo durante mucho tiempo, y el tema fue aprovechado por el pintor Cecilio Thompson, tanto para hacer este cuadro, como para ilustrarlo en el gran mural que pintó en la granja Kandiré”, relata Sindulfo Silva.
El cuadro mural de 4 x 2,50 metros aún está en el granja Kandiré, muy cerca del Yvága rape, ya un poco descolorido por el paso del tiempo y la acción de la intemperie, en la pared de una pintoresca vivienda de estilo colonial, en medio del verde paisaje de Tañarandy.
Conocido como “el mural de Kandiré”, es considerada la obra maestra de Cecilio Thompson, el ya fallecido pintor popular de estilo naif, que les imprimió su propio sello visual a los carteles y cuadros que pueblan Tañarandy.
El mural tiene su propia historia, iniciada en los años 90, cuando el empresario belga Baudoin Quartier y su esposa, la sicóloga y educadora paraguaya Mirtha Isabel Clari, establecieron su “lugar en el mundo” en Tañarandy, una finca rural a la que denominaron Kandiré, rescatando una palabra indígena que significa “resurrección” o “lo que nunca muere”.
La pareja buscaba que la casa-quinta de sus sueños pudiera generar además ingresos como destino turístico, con un restaurante y una cabaña rústica, construida de bambú o takuára, en forma de pirámide.
En un sector de la propiedad, establecieron un huerto con cultivos de bambú orgánico y una barraca-escuela para desarrollar la artesanía en takuára.
En marzo de 1999, los Quartier Clari invitaron a Cecilio Thompson a que les pinten un mural. El artista deliró con la propuesta, retratando en múltiples y pintorescos detalles el universo cultural de Tañarandy.
Una aldea llena de vida y color se destaca contra un fondo de noche campesina, tachonada de estrellas y Luna llena resplandeciente, como la que los visitantes suelen observar en las procesiones de Semana Santa.
El elemento más llamativo es justamente el sobrevuelo de un ovni o platillo volador, con dos alienígenas asomando en las ventanillas. Cecilio se apropió de la leyenda de ciencia ficción que habían contado los pobladores, y la combinó con otras más clásicas y populares.
En el mural se puede ver, además, a un oscuro y enorme Luisón o Lobisón caminando por las calles, tras la camioneta blanca del pintor Koki Ruiz. Más atrás, un poblador armado con un machete obliga a correr desnudo al “sombrero ka’a” o amante de su esposa, mientras la mujer, también desnuda, se oculta tras la pared.
El Kurupi, otro mítico duende guaraní, acecha con su enorme falo a una vecina. Hay taxis amarillos en las calles, una fiesta popular con arpas y guitarras, familias mirando televisión, aventureros cavando en busca de plata yvyguy (tesoro enterrado). El propio dueño de casa, Baudoin Quartier, es retratado instruyendo a los integrantes de un equipo de fútbol en la quinta de Kandiré, mientras la calavera fantasma de un vecino fallecido durante un asado, ronda el lugar.
En el cielo nocturno, junto al plato volador, flotan tres imágenes de la Virgen de Caacupé, simbolizando a las estrellas conocidas como “las tres Marías”, al igual que otro grupo de siete estrellas con forma de cabras representan a “las siete cabrillas”.
En 2004, el propio Cecilio retocó el mural y alteró algunos detalles de la versión original.
Desde entonces, muchos visitantes incluyen la visita a Kandiré y el ritual de tomarse fotos frente al mural como una estación obligada en los tours de Semana Santa por Tañarandy.
En 2011, debido a sus compromisos empresariales en Brasil, los Quartier Clari vendieron la propiedad. Los nuevos dueños de Kandiré prometieron que no cerrarán las puertas del local y que el mural de Cecilio Thompson seguirá siendo un patrimonio artístico compartido.
El otro cartel, que fue repintado por la también pintora Chely Thompson, hija de Cecilio, estuvo durante varios años ubicado frente al tanque de agua del Puesto de Salud, pero ahora Sindulfo Silva lo trasladó a un sitio más visible, junto a la galería de arte Takuaverá, donde se ofertan obras en bambú elaboradas por el mismo artesano, junto a cuadros de estilo naif pintados por Chely y otros jóvenes de Tañarandy.
“Aunque muchos creen que se trata de una broma, este cartel es una obra de arte y refleja el espíritu hospitalario de la gente de Tañarandy. Por eso lo exhibimos con orgullo, para que todos vean que hasta los extraterrestres son bienvenidos en Tañarandy”, relata Sindulfo.
