Se cerrará esta gran injusticia que representó la muerte violenta de 17 paraguayos (11 campesinos y 6 policías) y la farsa de un juicio a 12 paraguayas y paraguayos a los que no se pudo demostrar la culpabilidad y que, sin embargo, fueron condenados como culpables. Se acabará el día en que todos sean declarados inocentes y el Estado dé una compensación en tierras a las familias de los asesinados y a los presos inocentes, además, en libertad.
Cuando faltan dos meses este artículo es un pedido de ayuda a la ciudadanía para que volvamos a repasar entre todos esta masacre y ayudarnos a que desaparezca la impunidad actual. Es posible lograrlo y pronto, pero se necesita que todos nos unamos.
Un modo de actuar es, por ejemplo, responder las muchas incógnitas todavía no profundizadas por todos.
Pongo cuatro tratadas maravillosamente por el periodista Guido Rodríguez Alcalá en Última Hora; ¿Quiénes fueron los homicidas?, ¿Cómo se probó la asociación criminal?, ¿De quién era el inmueble?, ¿Por qué no se investigó el cruce de llamadas entre dos campesinos heridos y sus familias? Cuando estas acudieron ya los habían asesinado.
Tenemos dos meses para poner al alcance de la ciudadanía todo el contenido de la masacre de Curuguaty en Marina Cué. Ya lo ha intuido, ahora falta revivirlo y que exijamos el fin de este asesinato y sentencia política, que todavía permanecen impunes.
En las actuales estructuras del Estado existe plena conciencia de la fuerza y el peligro que representa para él la causa de Curuguaty en Marina Cué.
Es como la toma de la Bastilla que inició la Revolución Francesa. Es como una punta de lanza que destroza la concentración en pocas manos de la tierra.