Para este grupo de personas este compromiso era un verdadero tesoro que les aumentaba el sentido de sus vidas. Todas ellas, además de lo referente a Curuguaty, también estaban comprometidas en otras causas sociales en beneficio del pueblo empobrecido.
Luego, en aquella reunión y sobre este compromiso , proyectamos aquellas palabras de Jesús: “Donde está tu tesoro, está tu corazón”, y comenzó un animado debate, en el que las palabras se superponían con fuerza y alegría porque todos querrán hablar.
Lo primero en que coincidimos es que este tesoro-compromiso con los campesinos inocentes de Curuguaty, y por su medio con todos los pobres inocentes del mundo, hay que impedir que se contagie del ambiente contrario de apatía que domina la realidad a nuestro alrededor.
Inclusive que hay que defenderlo, porque por su misma esencia se opone a las fuerzas económicas y políticas que nos quieren dominar, y en circunstancias difíciles, nos pueden presionar para abandonarlo o al menos hacernos dudar.
Pero más insistieron en lo positivo: “Ponte en buscar y en vivir este tesoro todo tu corazón”.
Lo que escuché desde entonces fue todavía más vida y esfuerzos vividos. En ese grupo y en el mundo entero, caímos en la cuenta de que somos compañeros de más de la mitad de los siete mil millones de habitantes de la tierra, comprometidos con construir un mundo mejor en el que cupiéramos todos. Somos mayoría y uniéndonos todos podemos conseguirlo.
Todo esto lo vivimos en una Eucaristía que nos llenó a todos de alegría. Vale la pena verdaderamente el compromiso de decenas, centenas o millares de seres humanos unidos por ayudar a sus hermanos. Participar en él, es un tesoro.