Después de los combates contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI), en los que suelen estar en primera línea, algunos de los mejores efectivos de las unidades de élite antiterroristas se encargan de limpiar el lugar.
Su misión es la más peligrosa: pasar por última vez en busca de artefactos explosivos o de yihadistas escondidos en la carretera que lleva a Mosul desde las bases iraquíes. Para cubrirlos en las calles de Bartella, una población cristiana despoblada al este de Mosul, los blindados avanzan en columna y disparan con armas pesadas.
Van despacio. Están a unos metros de los edificios en una arteria en la que todavía arden neumáticos. Los disparos no cesan. “Apuntamos a los edificios sospechosos o a los rincones que no logramos ver”, explica el coronel Mustafá. Por ejemplo, las calles perpendiculares, esos largos corredores desde los que un combatiente puede abrir fuego contra ellos.
Los hombres de las unidades de élite antiterroristas son los más preparados de las fuerzas iraquíes, pero los que se ocupan de la “limpieza” son los más sobresalientes entre ellos. “Después de haber liberado los alrededores”, zonas extensas de terreno y barrios residenciales, “volvimos en sentido contrario para limpiar la carretera”, explica el oficial Nabil. Una misión de alto riesgo, porque el grueso de las tropas no está allí para respaldarlos. afp