Fisuras en los techos, paredes agrietadas y columnas deterioradas por la presencia de termitas se observan en la Iglesia de San Buenaventura, ubicada en el centro mismo de la ciudad de Yaguarón, a unos 48 kilómetros de Asunción.
Tras la ceremonia de la Crucifixión del Jueves Santo pasado, el padre Daniel Mendoza recordó que las termitas y murciélagos acechan al templo desde larga data.
Sin embargo, expresó que no se hacen las restauraciones necesarias y a medida que pasa el tiempo el estado del máximo recinto religioso de la ciudad se va deteriorando.
A consecuencia de la invasión de las termitas, las columnas, paredes y algunos puntos del local tienen varias fisuras y grietas.
El área más afectada es la sacristía, que se encuentra detrás de la estructura principal de la casa de Dios.
“Hace unos años, pedimos a un arquitecto que venga a ver las condiciones de nuestro templo. El mismo declaró que se encuentra en un caótico estado”, declaró el sacerdote.
Indicó que en numerosas ocasiones enviaron notas a entidades como la Secretaría Nacional de Cultura (SNC) y otras entidades estatales, pero hasta la fecha no recibieron respuesta de las autoridades.
Antecedentes. El cura Mendoza comentó que ya en el 2011, Fernando Lugo asistió a la celebración de la Fiesta Patronal en el templo y prometió destinar presupuesto para la restauración del lugar.
“El año pasado el ex presidente Federico Franco indicó que contaba con G. 300 millones disponibles para iniciar los trabajos, pero hasta el momento ninguna obra se llevó a cabo”, lamentó Lilian Molinas, de la Red para el Desarrollo Social de Yaguarón.
Indicó que debido al lamentable estado de la Iglesia, el principal sitio turístico de Yaguarón, decidieron emprender una serie de actividades con el fin de llamar la atención sobre este problema.
“Conservar el sitio en buenas condiciones no es solo importante por lo religioso o lo educativo, sino que gracias a las visitas que recibe a diario, la iglesia San Buenaventura es todo un polo de desarrollo en la zona”, aseguró.
La iglesia es patrimonio histórico cultural desde el 2003 y cada año recibe a más de 15.000 turistas locales y extranjeros, atraídos por el estilo barroco franciscano de la construcción. Se estima que el sitio comenzó a levantarse en el año 1755.