MISIONES
Al ver la increíble e ingeniosa creación artística de Koki Ruiz en Tañarandy, también surge la importancia de valorar y reconocer el gran impacto económico que genera una actividad artística de esta naturaleza.
Por lo general, la gente ve al arte como algo que no tiene relevancia económica, pero, al hacer una evaluación, es impresionante todo lo que mueve económicamente la magistral obra de religiosidad popular y las exposiciones artísticas que se realizan cada Viernes Santo en Tañarandy, una aldea rural del distrito de San Ignacio, Departamento de Misiones.
Solo para el altar vegetal de unos 10 metros de base por 9 de altura, construido como parte de la estructura artística en el lugar de la grandiosa actividad, fueron utilizadas más de 7.000 mazorcas de maíz, cientos de kilos de frutas de coco y una gran cantidad de calabazas. Estos productos agrícolas de pequeñas fincas fueron encargados a labriegos de dos asentamientos de San Ignacio, que se esmeraron en producir el mejor maíz, especialmente para ser utilizado en el altar. Otros se dedicaron a producir la calabaza, también de la mejor manera, así como Koki les ha pedido.
“Esta obra espectacular es un monumento a la agricultura familiar, porque está hecha de productos estrictamente agrícolas que fueron producidos especialmente para la ocasión y evidentemente redituó ganancias para los labriegos del asentamiento Martín Rolón y de otro asentamiento de la zona”, dijo el ministro de Agricultura, Jorge Gattini, instalado frente al monumental altar. Así también, quienes trajeron las frutas de coco y las calabazas obtuvieron ganancias por su trabajo.
Otro aspecto interesante a nivel económico es la gran cantidad de personas que trabajaron para producir toda la actividad en Tañarandy. Son jóvenes carpinteros, electricistas, albañiles, herreros y de otros oficios que se esforzaron durante más dos meses para armar todo el altar, las estructuras para los enormes cuadros vivientes, los 20 mil candiles hechos de cáscara de apepu y las 1.500 antorchas. Todos ellos fueron pagados de la mejor manera.
En muchos locales comerciales de la ciudad las compras realizadas por la organización de la enorme actividad fueron varias veces millonarias, porque para la construcción de toda la estructura artística de Tañarandy se utilizan muchos elementos que fueron adquiridos en la zona; por consiguiente, los comerciantes obtuvieron mayores ingresos.