Hoy quiero hacerlo delante de esa comunidad virtual que diariamente nos juntamos alrededor de estas pocas líneas.
Con ellas expreso lo que conozco, lo que siento ante nuestro entorno cultural, religioso, social o político. Doy a conocer mis sueños y la lucha con ustedes para hacerlos realidad. Y en todo esto digo de corazón “Gracias a la vida”.
Ochenta y siete años muestran un horizonte muy amplio.
La familia natural, maravillosa, hasta los 18 años. La comunidad de vida elegida (Compañía de Jesús) con la que avancé feliz caminando nada menos que sesenta y nueve años y los que vengan.
Y en este largo tiempo muchos detalles de humanidad acogedora de muchísimas personas con las que me relacioné. También circunstancias difíciles, como las cinco en las que pude ser “desaparecido” antes de tiempo.
Momentos de elección como aquel tan importante de ser paraguayo, que me iría a marcar toda la vida.
Siento que me quieren personas de todo tipo y condición, no importando que tengamos muchas y grandes diferencias, porque coincidimos en lo principal: la felicidad, el crecimiento en humanidad del ser humano, comenzando por los más empobrecidos.
Me queda dar gracias por lo que es lo principal. Tuve la suerte que desde niño me hablaran de Dios tal como Jesús nos habló en los evangelios. Una larga historia de amistad. Lo importante fue el día en que conocí que lo importante no era lo que yo lo quería sino el amor que él me tiene. Allí cambió todo.
¿Un superhombre? No me ofendan, por favor. Mis sueños fueron muy grandes. Apenas he comenzado a vivirlos.