Seguidor de las historias policiales y de autores como Raymond Chandler o James H. Chase, González crea su propia historia detectivesca.
“Podemos decir que es una historia policial, con toque policial, aunque se rompe la estructura de la novela de este tipo porque no se está detrás de ningún culpable, sino que se inventa un culpable. Este personaje es al mismo tiempo el centro de la historia y el detective”, señala el autor.
González Páez comenta que el propio investigador empieza a desnudar en la obra lo que los demás quieren presentar como real. “Sucede lo mismo con nosotros, fingiendo una personalidad para acreditarnos como personas honestas”, expresa.
En ese sentido, la obra de González refleja la corrupción que puede verse en la sociedad, y las mentiras de la gente. “Hay personas que son peligrosas mintiendo, lo vemos en los casos de corrupción, donde muchos pasan por decentes, hasta ocupando puestos claves en la política, fingiendo una personalidad que no tienen. Esta novela habla de eso”, explica el escritor.
Proceso. González Páez dice que desarrolló la novela a lo largo de varios años, ya que redactar una requiere de mucha atención, porque se debe tener en cuenta que no se puede contradecir el argumento en ningún momento, y los personajes tienen que ser coherentes y únicos.
“Crear una historia es como armar un castillo de naipes, no se puede obviar ninguna pieza porque se derrumba todo, y tiene que haber un misterio coherente con el relato”, declara César.
Perfil. Oriundo de Valle Hermoso (Córdoba, Argentina), César González cumplió durante las dos últimas décadas su labor de escritor en Paraguay, país donde reside y trabaja. Tiene publicados tres poemarios y el mismo número de libros de cuentos. Su primera obra fue Pan silvestre (1981), al que siguió Concierto de cuentos (1998). Otros títulos de su autoría son Luna de menta (2005), poesías con ilustraciones del autor; Jarabe de cuentos (2005); Sombra de boleros (2013); y los poemas de Anclajes (2013).
Antes de afincarse en Paraguay, el autor trabajó en medios argentinos. Fue periodista radial en La voz del interior, de Córdoba; jefe de redacción del diario El Ancasti, de San Fernando del Valle de Catamarca, y columnista en la sección literaria del diario La Nación, de Buenos Aires.