Desde principios de abril, cuando empezó una nueva ola de protestas callejeras, la crisis ha empeorado vertiginosamente, con choques casi diarios entre manifestantes con bombas molotov, piedras y palos y la fuerza pública con su equipo antimotines.
Las refriegas han dejado cerca de un centenar de muertos y despertado la condena de varios países, que han pedido el cese de la “represión” de los uniformados, la liberación de más de 400 “presos políticos” y una salida pacífica a la crisis.
El mandatario, un ex chofer de autobús de 54 años, ignoró las recomendaciones de la ONU, OEA, EEUU, la Unión Europea y de países latinoamericanos, pero el deterioro de la crisis lo habría forzado a sugerir a la justicia relajar las condiciones carcelarias de López, coinciden analistas.
“Maduro espera disminuir la intensidad de las protestas y dividir y distraer a la oposición en un momento crucial”, dijo Nicholas Watson, de la firma Teneo Intelligence, en un reporte. El asedio de simpatizantes del oficialismo al Parlamento esta semana fue la gota que derramó el vaso y dejó mal parado al gobierno, según los especialistas. Videos y fotos mostraron que la Guardia Nacional tomó un rol pasivo ante la golpiza que recibieron los diputados opositores. reuters