24 abr. 2024

Generaciones celebran nacimiento frente al pesebre

Según la tradición, niños y adultos visten los pesebres cuyos ornamentos con el paso del tiempo fueron variando. Ya pocos conservan las particularidades que nuestro folclore añadió a la representación de la Natividad.

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Pesebre viviente en la Capilla Virgen de Fátima, Asunción. / Foto: Raúl Cañete

En algunos barrios y pueblos del interior la visita al pesebre el día 25 de diciembre sigue vigente, a pesar de los cambios que ha sufrido esta tradición en la última década. El perfume dulzón de las frutas de estación y de la flor de coco son característicos del espíritu de este folclore materializado como ofrenda al Niño, cuyo nacimiento en un establo, erguido en los hogares paraguayos, se conmemora hoy.

Doña Ramona Sánchez es desde hace años la responsable de cumplir con la costumbre familiar que data de hace 100 años y que consiste en armar un pesebre gigante para adorar al Niño. Esta es la representación del nacimiento más grande de la ciudad de Itauguá, y como cada año, recibirá hoy a muchos visitantes.

“Como estamos camino al Hospital Nacional de Itauguá, mucha gente con parientes enfermos visitan el pesebre. Hay una señora que hace siete años viene a rezar y deja un regalo”, indicó.

origen. La Secretaría de Cultura busca este año destacar el pesebre a lo yma, rescatando primero algunos supuestos históricos como el origen de esta tradición, que se atribuye a San Francisco de Asis. En Paraguay, el pesebre es producto de un sincretismo cultural gracias a la influencia de los guaraníes, quienes incorporaron a las imágenes de barro la vegetación y los frutos de estación.

A estos recursos naturales se refiere Dionisio González Torres en su libro Folclore del Paraguay. Aquí describe que en la costumbre popular al pesebre se le da forma de bóveda con ramas de ka’avove’i o ka’avorogue’i, colocándole racimos de flores de cocotero. Al nicho se le ponen plantas de helechos o karaguata, siendo el piso del establo armado con panes de pastos.

Ornamentos. Del techo del nicho cuelgan –señala el folclorista González Torres– globos hechos con cáscaras de huevo de gallina pintados, rosarios hechos de manduvi, frutas de época (granada, pakuri, yvapovô...). También se cuelgan chipitas y pajaritos hechos de chipa.

Las frutas de estación (melón, piña y sandía) se colocan en la entrada del pesebre que anteriormente se iluminaba con velas, candeleros, faroles o candiles preparados con aceite o sebo y pabilo.

Actualmente, según Osvaldo Salerno, director general de Bienes y Servicios Culturales, los adornos del pesebre guardan relación a la disponibilidad de los recursos naturales y más aún a los ornamentos industrializados.

Entonces, no es de extrañar que en el establo –además de las imágenes de barro.–- exista un Papá Noel, que el espacio esté iluminado con luces LED o que al niño Jesús se lo coloque debajo de un árbol de pino artificial (decorativo navideño europeo que anteriormente era símbolo pagano).

Sin embargo, pese a los cambios que introdujo la globalización, la tradicional visita del día 25 sigue vigente en los barrios y ciudades del interior en donde la dueña del establo –sea grande o pequeño, tradicional o moderno– invita la chipa o el clericó para que no le digan: ¡qué seco tu pesebre!

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