Las altas exigencias la obligaron a meterse, tras un par de días de atención a los requerimientos de la prensa, los amigos y familiares, de nuevo de lleno en la rutina de la preparación a full para nuevos desafíos, pasando de la arcilla al pasto. Por eso está practicando estos días en la cancha de césped sintético del Yacht, lo más parecido que hay en el país en relación al piso de Wimbledon.
–¿Cómo te sentará el cambio de superficie?
–Felizmente yo me adapto bastante bien.
Ya viaja este martes a Mallorca, donde jugará su siguiente torneo, tras hacer historia en París, debiendo defender cuartos de final desde el quali.
–¿Cuando iniciaste tu anterior viaje, pensabas que regresarías así?
–Esto es algo que no pensé que iba a lograr. Pero también trabajé tanto, más de 15 años. Me fui con ganas de por lo menos empatar lo que hice el año pasado. El resultado superó las expectativas.
–Ante semejante suceso, es obvia una readaptación de metas…
–Sí, sobre todo llegar a ganar un primer torneo WTA, algo que ya pude lograr en dobles en 2015 junto a Gabriela Ce y repetir el año pasado con María Irigoyen.
–¿Recuerdas tu primer título satélite profesional?
–Sí. Fue en 2009 en Baurú, Brasil. Tenia 17 años.
–Tuviste rachas diferentes, con luces y sombras.
–Sí. Cuando fui a jugar aquel torneo venía muy mal. Pero me fui y se dio. Y seguidito gané otro torneo y me prendí otra vez logrando una buena racha. Una cae, pero lo importante es que se levante otra vez
–¿Qué enseñanza te deja Roland Garros 2017?
–El vivir sensaciones al límite no experimentadas que solo se aprenden por experiencia propia.
–¿Cómo recibes la montaña de mensajes y comentarios que se sucedieron en estos días?
–Vivir esos momentos y la experiencia que se gana te hacen manejar las situaciones más difíciles que tiene este deporte.
–¿Sentiste que podías ganarle a Pliskova?
–Sí. Ella empezó un poquito fría, porque no metió tantas pelotas. Después empezó a calentar motores. Y cuando ganó el primer game del 2º set agarró confianza. Yo sabía eso. Me empecé a soltar después del 5-0 y descontar a 5-3. Fui al 3º en mi mejor momento. Y pude disfrutarlo. El estadio completo gritaba ¡Vero! ¡Vero! Quería llorar. Quería reír. Fue demasiado lindo. Miles de personas que coreaban mi nombre. Fue algo inolvidable. Superemotivo que solo este deporte te da.
–¿Notaste lo mismo estos días en Asunción?
–Sí. Muchísimos paraguayos se prendieron y vibraron conmigo. Es muy grato. Supe que en los shoppings se festejó como en los triunfos de la Albirroja. No me extrañan los mensajes de Víctor Pecci, Camilo Pérez o la gente del tenis, pero que personas que jamás se habían comunicado como el presidente Cartes, Santiago Peña y el presidente de mi club, Marcos Trovato, fue algo muy lindo. También disfrutar con la hinchada olimpista en una jornada de básquetbol. Me hizo mucho bien sentir el calor de la gente que te sigue y te felicita.