El banderín se levantó y todos los que votaron y apoyaron la enmienda quedaron en offside, incluido el hacedor principal del mayor desaguisado de nuestra reciente historia.
Cartes renunció a modificar inconstitucionalmente el artículo 229 y los diputados –esta semana en mayoría absoluta– enviaron al tacho de basura el proyecto en cuestión que trajo división, crispación, violencia... y muerte.
El mismo que la promovió dejó fuera de juego a una buena porción de la clase política, que no logra entender el sacrificio que no fue honrado por el promotor. Ahora no están dispuestos a asimilar el resultado y embisten procurando que pueda ser senador quien ya tiene el título con voz pero sin voto de manera vitalicia.
Nos viene la segunda parte de la misma escena que ya conocemos con Nicanor Duarte Frutos. Se postulará, no le permitirán jurar y habrán ganado todos los que se encontraban en su lista porque calentándole la cabeza y financiando el grupo habrán metido uno más de ellos con el corrimiento de la lista. Perdedor de nuevo el que levantó el banderín.
Alguna vez este país debe ser serio y no acabar con el tonto placer de violar las normas para mantener una estructura que solo multiplica pobreza e inequidad.
Los paraguayos no requerimos más camanduleros, sino personas íntegras y previsibles que respeten la regla. Jugamos bien al fútbol solo porque no hacemos las leyes y porque los tribunales funcionan en Suiza.
Aquí cualquiera desde el poder interpreta las normas a su antojo, dejando la sensación de que cualquier cosa puede ocurrir. El MOPC en su claro error en la licitación del aeropuerto dijo que esperaría el dictamen de la Contraloría. Cuando el mismo le fue opuesto, ahora decide apelar, desacreditando a su paso a la institución, como lo hace el representante de Sacyr que pareciera no entender que hemos dejado de ser una colonia española en 1811.
Aquí, los que deberían defendernos de los goles son los que voltean desde la barrera para observar la conquista al golero del equipo.
El tribunal electoral colorado debe sancionar a los senadores que se opusieron al mandato imperativo de la enmienda, pero ¿qué hará con los diputados que también hicieron lo mismo, aunque después de que se levantara el banderín que los dejó fuera de juego?
Debemos aprender a respetar las normas. El presidente que culmina su mandato debe ser solo senador vitalicio. Eso no es un acto de venganza. Es lo que ordena la Constitución y hay que cumplirla.
Si la quieren cambiar, van por el camino de la reforma, porque ya saben a lo que se deben atener si escogen el equivocado de la enmienda. No parece muy complejo lo que habría que aprender, pero se insiste en el error.
Además con el carácter personal de los susodichos y las demandas del Congreso, ¿qué aporte tuvo Lugo desde ese cargo? ¿Y que podrían dar Nicanor y Cartes? Nada. Sin capacidad de diálogo y sin tolerancia a las opiniones diferentes, el cargo solo sirve para brindarles inmunidad e impunidad. Por eso se aferran tanto a él, solo vuelven a insistir en sostener lo avieso, equivocado y torcido.
Los que quedaron fuera de juego están enojados y con razón. Han perdido todo en una aventura suicida. Necesitan incinerar al que levantó la bandera y están convencidos de que lo mejor es que lidere una lista de senadores para después no permitirle jurar ni ejercer el cargo.
Para más detalles: Nicanor.