25 abr. 2024

Francisco y los movimientos populares

Evo Morales, como activista popular y no como presidente, irá al Vaticano para participar en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares convocado por Francisco. El propósito es buscar nuevos rumbos para la economía mundial, de acuerdo con las directivas del Papa. Este, en un documento del año pasado, afirmó: “Hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y de la inequidad. Esa economía mata. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso devora al más débil”.

Para el pontífice, la economía de libre mercado, por sí misma, no puede promover la inclusión social; que todo deba depender del libre mercado es una afirmación no confirmada por los hechos, que solo expresa una confianza ciega en la bondad de quienes detentan el poder económico.

Esto marca una ruptura abierta con el Consenso de Washington, que ha sido la Biblia laica de los organismos y centros de poder internacionales en las últimas décadas. El término Consenso de Washington lo acuñó el economista inglés John Williams en 1989, para señalar el conjunto de reformas que debían hacerse en los países en vías de desarrollo, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro norteamericano.

En total, Williams proponía diez medidas básicas, incluyendo la reducción del gasto público, la privatización de las actividades financieras, la liberalización de las tasas de interés, la liberalización del comercio internacional y la apertura a las inversiones extranjeras. La aplicación práctica de esas medidas ha hecho que se las identificara con el neoliberalismo. Williams ha dicho que él no era neoliberal, pero hoy Consenso de Washington se considera sinónimo de neoliberalismo o fundamentalismo de mercado. Contra este fundamentalismo de mercado se orienta la Doctrina Social de la Iglesia, que considera erróneo fundar las relaciones humanas sobre el afán de lucro.

Al margen de los principios, los resultados de las medidas del Consenso de Washington han sido negativos. En 1998, el ministro de Economía, Cavallo, declaró que la Argentina era el mejor alumno del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Gobierno norteamericano. En 1999 estalló la crisis detenida en 2002, cuando el país se apartó de las medidas del Consenso de Washington. El Consenso también estuvo presente en la crisis asiática de 1997-98; las medidas adoptadas por imposición del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial solo agravaron la crisis, como muestra el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Los beneficios de la crisis (dice Stiglitz) fueron para ciertas grandes entidades financieras.

Y esta es la crítica que se le hace al Consenso de Washington: favorecer a los más poderosos en perjuicio de los débiles. Que el Papa la haga suya indica su voluntad de aggiornamento.

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