19 abr. 2024

Franca Rame: Del rojo de la pasión al rojo por la igualdad

A un año de su muerte, en Paraguay se repondrán tres monólogos. Un repaso sobre las ideas y la trayectoria de la gran artista italiana.

CORREOJUL2014.jpg

Portada de la edición del 19 de julio de 2014 del Correo Semanal.

Por Raquel Rojas | Directora y actriz

Franca Rame nació en una familia dedicada al teatro. Heredó el oficio. A los pocos meses de vida ya estaba sobre los escenarios y su infancia transcurrió entre bambalinas y candilejas, en el palco escénico o en las plazas de los pueblos.

Cómica empedernida, bohemia errante, independiente, hermosa, inteligente. El amor hizo que encontrara a un pintor, Darío Fo, al que inoculó su pasión teatrera y que se haría célebre, también como actor, cómico y juglar. Juntos escribieron e interpretaron piezas que abrieron conciencias, un teatro no comercial, un teatro de arte, no una máquina de ganar dinero como fin primordial. En Aquí no paga nadie, Muerte accidental de un anarquista, Toda casa, lecho e Iglesia, y obras de creación personal, como La violación, Tengamos sexo en paz o La Mamma Pop, Franca dejó traslucir su feminismo militante, su lucha por un mundo más justo.

No era la mujer detrás de un gran hombre, era una gran mujer que forjó a un gran hombre como Darío Fo, con quien investigaran las raíces del teatro del mundo, del “teatro del juglar”, al que encontraron en los testimonios y decires de los pueblos de las diferentes ciudades de la hoy Italia y que en sus momentos fueron paeses con sus culturas, lenguajes e idiosincrasias propias.

En el medioevo, cuando los artistas eran sobrevivientes del mecenazgo de los príncipes feudales y de la Iglesia, sin embargo, existía una forma de teatro, el juglar, que era una suerte de periódico vivo que actuaba con la gente, en plazas, calles, y mercados. El juglar, con su lengua viva, su sátira mordaz, su imaginación bullente, su cuerpo ágil y expresivo, y su insaciable hambre, contaba al pueblo acerca de los abusos de los poderosos que azotaban a gente con impuestos y regalías a cambio de nada. El juglar era entonces el clandestino actor de rebeldías y de historias de situación, es que requerían la voluntad del pueblo para el cambio.

Por ello el juglar –según Darío Fo– siempre fue perseguido por la Iglesia o los señores, y es el capítulo de la historia del teatro que se ocultó para no dar mal ejemplo al oficio de hacer comedias de risa, sin otra que la chanza, la farsa, la imitación y la carcajada vacía.

En el arte del juglar y en el del teatro de Franca Rame y Darío Fo, dice ella que “lo que importa es la calidad de la carcajada. Nuestro teatro busca una risa inteligente. No basta con bajarse los pantalones para provocar risa. Se trata de que el público se ría por una idea, por un pensamiento o por una situación. Una situación que da risa y dolor, y que públicos y actores pueden cambiar, como pueden cambiar su condición social y política”.

Por ello el teatro de Darío Fo y Franca Rame es un teatro político en el mejor sentido de la palabra griega polis: el sitio donde la gente se reúne para pensar y comentar juntos acerca de la vida de la gente. Y si esa polis está conducida por grandes actores, que manejan la palabra como los chamanes antiguos, el cuerpo como Arlequino y los comediantes del arte y el sentido de la protesta como los militantes de la izquierda extraparlamentaria italiana. Ese teatro es un teatro altamente revolucionario, transformador y convocante: en ética y en estética.

Un Nobel para el teatro de la diversidad

El Premio Nobel de 1997 en Literatura fue otorgado para Darío Fo, por su obra teatral viva llamada Misterio Bufo, construida sobre su investigación del arte del juglar. Darío hizo gestiones porque su esposa, compañera y cocreadora, Franca Rame, estuviera recibiendo con él el afamado galardón, porque además de deberle su carrera como actor de teatro a la tradición y pasión por el arte de la escena transmitida por su mujer, Franca Rame era una genuina y auténtica representante de esas familias de arte que se conservan hasta nuestros siglos desde el medioevo tardío. Ella es quien tiene la gran tradición del arte de hacer comedias, y desde allí partió la investigación que les llevara a la pareja a la concreción de un corpus literario que el comité del Nobel reconoció como de gran originalidad, diversidad cultural y fuerza expresiva en el trabajo del Renacimiento posmoderno de la juglaresca, por parte de Darío Fo y Franca Rame.

La juglaresca se expresa en lenguas regionales, con culturas y personajes diversos. En los años 70, cuando todavía los temas que atañen a la diversidad cultural no estaban en boga, sino, al contrario, existía todavía el mito de la modernidad uniformizante, incluso en la izquierda, ya Franca y Darío estaban desplegando una obra visionaria, donde se representan en lenguas diversas, a veces incomprensibles en sus significantes, mas claramente significativas para una gran audiencia popular; los juglares de Fo ya reivindicaban los valores de la diferencia, la diversidad y los colores populares donde fuera se encontraren.

Es entonces cuando, en mi condición de actriz y directora paraguaya de apenas 23 años, fui recibida con gran calidez en La Comuna de Darío Fo, asentada en un viejo mercado de Milán ocupado por el movimiento obrero para hacer de ese sitio el lugar de las manifestaciones artísticas, culturales y gremiales, reivindicativas, convocantes y libertarias, de la izquierda a la cual adhería el matrimonio. (Ver recuadro)

Feminista pionera de las luchas por la igualdad

Es por esas épocas que Franca Rame escribe sus 8 monólogos que constituyen piezas fundamentales para la lucha feminista en Italia y Europa por la igualdad de derechos, en contra de la violencia y en pro de los derechos reproductivos y por la legalización del aborto.

Estos monólogos estarán reunidos en el espectáculo que estrenamos en Asunción bajo el nombre de Mujer de casa, Cama e Iglesia (Tupao). Son hitos en la larga lucha de las mujeres por la igualdad que aún estamos en camino de conquistar. Franca Rame fue una pionera, reconocida por mujeres y hombres socialistas y progresistas que la votaron hasta acceder a una banca en el Senado italiano en representación de los sinvoces. Franca renuncia a esa banca luego de algunos años denunciando en época de Berlusconi que se tornó imposible realizar los cambios en favor de la sociedad desde ese podio en el Senado italiano de entonces.

Por todo esto, junto a María Elena Sachero (la primera dama del teatro paraguayo) y a la actriz de teatro popular, Katty Pacuá, recordaremos a quien fue una maestra italiana de arte y rebeldía en la tumultuosa Milán italiana de los años 80. Para apoyarnos en la dirección actoral, estará el actor y clown Jorge Brítez.

Es un honor y placer para nosotros, recordar a un año de su partida las palabras y la actuación de una gran actriz, de una diva de la escena que dio su vida para que el mundo y las mujeres pudieran llegar a ser algún día un poco más iguales, un poco más amables.

Una paraguaya en La Comuna de los Fo en Milán

Corrían los años 80 y luego de mi paso por el Festival De Avignon, donde conocí el Teatro de Franca y Darío Fo, me presenté en La Pallazina Liberti. Así se llamaba el lugar donde funcionaba el teatro La Comuna de Darío Fo. Llegué cuando estrenaban Non ci paga, non ci paga, en medio de una huelga de obreros que hacían su estadía de resistencia en el viejo mercado milanés ocupado.

Antes de la función se hacían conciertos y se leían comunicados de solidaridad con los pueblos latinoamericanos en lucha contra las dictaduras que azotaban el continente. Por supuesto, no me quedé atrás. Tomé el micrófono y relaté acerca de un pequeño país, corazón de América, el Paraguay, que sufría la dictadura más larga de América bajo las botas de un dictadorzuelo militar ignorante y neonazi, y denuncié la situación de los presos más antiguos de América en las mazmorras de la dictadura paraguaya. Tal fue la convicción de mi testimonio que al bajar del escenario, un miembro de La Comuna me dijo que Franca quiere conversar conmigo y que me espera al final de la obra para cenar con ellos.

De tanta emoción ni pude ver bien la obra. Todos gritaban, coreaban consignas y sobre todo reían a carcajadas de las peripecias de la misma, que luego, muchos años después, tuve el placer de montarla en Asunción y que se llamó Ndajapagamoai. Tuvo idéntico éxito con las actuaciones de grandes actores que hoy ya no están con nosotros: Rubén Vysokolán y Edith Errecarte, entre otros.

Al final de la obra se reproducía todas las noches el ritual nocturno de la cena en común. Allí, Franca me preguntó cuál era mi situación de vida en Italia. Yo le comenté que estaba allí detrás de mi arte y proscripta en mi país por el trabajo político artístico del Grupo Aty Ñe’e del que le llevé fotos que conmovieron profundamente.

Franca, quien a todas luces era la conductora política de todo el proceso de arte, cultura y refugio para los compañeros de Latinoamérica, me designó como asistente técnico de uno de los miembros de su compañía, el siciliano Lucio, y me invitó a trabajar en el sector para las giras por Italia que en breve debía asumir la compañía. Esto fue para mí emocionante; al otro día tenía puesto el overall y la campera de trabajo que usaban los obreros milaneses.

A partir de ahí, y por más de dos años, conocí a esa mujer y artista maravillosa, y a Darío Fo. Aprendí con ellos, de teatro, de arte y lucha como nadie podía haberme enseñado mejor. Supe con espanto que Franca, debido a su trabajo en la resistencia como partisana contra los neofascistas y en pro del movimiento Mani Puliti, había sido raptada y violada por sus captores. Pero esto le sirvió a la gran militante para denunciar con su teatro y su actuación dicha ignominiosa acción. Su monólogo La violación es una pieza histórica de la lucha contra la violencia hacia las mujeres.

Más contenido de esta sección
En el artículo anterior mencionamos algunas de las campanas más antiguas del país Guairá, en esta ocasión incluimos otras que corresponden a algunos distritos y ciudades del país, entre ellas, la que podría ser la más importante que data del siglo XVIII.
Esta es una historia de la guerra grande sobre Francisco Isidoro Resquín, de quien Juan Crisóstomo Centurión llegó a decir que “veía traidores hasta en la chipa”.
La democracia a estas alturas en El Salvador ya no puede ser entendida con su significado original, es decir, como un sistema a través del cual existen contrapesos que permitan opiniones diferentes a las del gobierno de turno y ahora reelecto.
En Paraguay todavía existen campanas desde la época de los jesuitas, que tienen cerca o más de 300 años. Son las que sobrevivieron de la Guerra Triple Alianza, es decir, las que se salvaron de la legua de fuego de la fábrica del Ybycuí, donde se fundieron muchas campanas de las iglesias para la fabricación del renombrado cañón monstruo denominado también el Cristiano.
A principios del siglo XX, la comunidad científica creía que la composición de las estrellas era parecida a la de la Tierra, hasta que una astrónoma descubrió que las estrellas se componían de hidrógeno y helio, Cecilia Payne-Gaposchkin fue quien descubrió la composición de las estrellas y del universo.
Nayib Bukele cosechó una aplastante victoria, asegurándose el mandato en el periodo 2024-2029, en el que supone la primera reelección presidencial desde que el país centroamericano dejó una dictadura militar y a pesar de la prohibición constitucional.