Me llamó la atención aquel viernes de la represión indiscriminada, del incendio del Senado y del asesinato de Rodrigo, que los llamados que recibimos eran sobre la pacificación. Nada sobre la falta de justicia. Paz y justicia son dos compañeros de camino por la vida, pero la paz sin justicia no existe. A menos que, como la dictadura, se refiera a la paz de los cementerios. Todo esto viene sobre el fortalecimiento que necesita nuestra sociedad civil. Y esto nos lleva a su deseo fuertemente expresado de la vivencia de la justicia.
Con juicios falsos que crean presos políticos, no hay justicia. Pero tampoco la hay con prebendas a correligionarios, con compra de votos en el Parlamento y en tiempo de elecciones, con desalojos de tierras a indígenas, campesinos y bañadenses, con falta de medicamentos y educación de calidad, con incumplimiento de esta Constitución mientras esté en vigor, con no poner impuestos a sojeros, con la corrupción policial, con coimas a todos los niveles del funcionariado, con un IPS que no cumple su deber, con la aceptación de un nuevo colonialismo ante la embajada que no acaba de callarse, con la prohibición de nuevos sindicatos cuando vemos que los antiguos se van vendiendo a la patronal, con el contrabando que destruye la agricultura nacional, etc., etcétera.
No habrá paz sin justicia. Y crecer en la justicia es la mejor manera de fortalecer la sociedad civil. Entonces, habrá paz.