El nuevo atraco perpetrado por la mayoría en el Senado, conformada por cartistas, llanistas y luguistas, el jueves pasado, parecía una repetición calcada de lo que fueron aquellas reuniones el 28 y 31 de marzo pasado en torno a la polémica enmienda.
El cuestionado papel que había hecho en ese entonces el colorado Julio César Velázquez, ahora fue protagonizado por el senador del Frente Guasu, Carlos Filizzola.
El legislador se prestó para llevar adelante prácticamente un avasallamiento al que generalmente recurre la clase política escudándose en las mayorías que son circunstanciales y de acuerdo con los intereses de los políticos de turno.
Esta vez los aliancistas con la venia del presidente de la República, Horacio Cartes, impusieron a Fernando Lugo como titular del Congreso en busca de gobernabilidad.
Como parte del pacto que también apunta a que el mandatario consiga un fiscal general a su medida, sobre la hora resolvieron hacer cambios en el Consejo de la Magistratura, así como en el Jurado de Enjuiciamiento.
Para completar el paquete, sutilmente aprovecharon para tratar y aprobar las actas de lo que fueron aquellas reuniones clandestinas en la bancada del Frente Guasu, que incluyeron modificar el reglamento interno del Senado y el proyecto de ley de la enmienda.
En esa oportunidad, Velázquez, en su carácter de vicepresidente segundo del Senado, se autoproclamó presidente del Congreso, aun con la presencia del propio Roberto Acevedo y del vicepresidente primero, Eduardo Petta.
En la sesión del jueves, el que se prestó al juego político de la mayoría fue Filizzola, a quien en coro pidieron que ocupe el lugar de Acevedo, quien anunciaba que se retiraba de la sala bicameral.
Apenas se sentó, y Petta ya estaba tras suyo reclamando su espacio por lo que el luguista tuvo que ceder en medio de una fuerte discusión.
Desde sus bancas, los oficialistas y sus aliados insistían que Filizzola presida la sesión, y por momentos los ánimos estuvieron bastante caldeados.
Acevedo sostuvo que no correspondía la aprobación del acta por lo que se negó a dar curso. Petta estuvo de su lado y decidió levantar la sesión.
En medio de un griterío, Filizzola volvió a ocupar el lugar de la presidencia decidido a completar el acuerdo de los aliancistas continuando una sesión que ya había quedado sin efecto.
el orden. En el reglamento interno se establece un orden de prelación en torno a las ausencias de las autoridades de la mesa directiva.
Tal es así que en ausencia del presidente del Congreso lo reemplaza el vicepresidente primero, y si este tampoco se encuentra entonces le toca al segundo, que es lo que suele darse en las sesiones.
Cuando en medio de la sesión, o por motivo de fuerza mayor no se encuentren ninguna de las autoridades de la mesa directiva, entonces se recurre a los senadores que presiden las comisiones.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que tampoco se trata de cualquier comisión, sino que también hay un orden.
El que reemplaza al vicepresidente segundo es el presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales.
En caso de ausencia de este, recaería en el que preside Legislación y si no está entonces el que está al frente de la Comisión de Hacienda.
Esto que se está citando muy raras veces ha ocurrido, y en el caso de Filizzola, este preside la Comisión de Equidad y Género, hasta donde jamás se había llegado.
El hecho es que Acevedo y Petta se retiraron de la sesión. Como Velázquez quedó fuera del acuerdo también se ausentó. Adolfo Ferreiro, de Constitucionales; Enrique Bacchetta, de Legislación, y Desirée Masi, de Hacienda, responden a la disidencia que está en contra del atraco.
El único senador aliado al cartismo que tenía la presidencia de una comisión justamente era Filizzola y se erigió como titular del Congreso.