Toda la vida de Juan estuvo centrada en su Señor y Maestro; en su fidelidad a Jesús encontró el sentido de su vida. Ninguna resistencia opuso a la llamada, y supo estar en el Calvario cuando todos los demás habían desaparecido. Así ha de ser nuestra vida, pues, aunque el Señor hace llamamientos especiales, toda su predicación tiene algo que comporta una vocación, una invitación a seguirle en una vida nueva, cuyo secreto él posee: Si alguno quiere venir en pos de mí...
El papa Francisco a propósito del Evangelio de hoy dijo: “La mañana de Pascua, Pedro y Juan, advertidos por las mujeres, corrieron al sepulcro y lo encontraron abierto y vacío. Entonces, se acercaron y se inclinaron para entrar en la tumba.
Para entrar en el misterio hay que inclinarse, abajarse. Solo quien se abaja comprende la glorificación de Jesús y puede seguirlo en su camino.
El mundo propone imponerse a toda costa, competir, hacerse valer... Pero los cristianos, por la gracia de Cristo muerto y resucitado, son los brotes de otra humanidad, en la cual tratamos de vivir al servicio de los demás, de no ser altivos, sino disponibles y respetuosos.
Esto no es debilidad, sino auténtica fuerza. Quien lleva en sí el poder de Dios, de su amor y su justicia, no necesita usar violencia, sino que habla y actúa con la fuerza de la verdad, de la belleza y del amor.
Imploremos hoy al Señor resucitado la gracia de no ceder al orgullo que fomenta la violencia y las guerras, sino de tener el valor humilde del perdón y de la paz.
Pedimos a Jesús victorioso que alivie el sufrimiento de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su nombre, así como de todos los que padecen injustamente las consecuencias de los conflictos y las violencias que se están produciendo, y que son tantas”.
(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal y https://www.pildorasdefe.net/liturgia/evangelio-del-dia-misterio-de-dios-humildad-abajarse).