NATALIO
Son claras aún, las huellas dejadas por el temporal de furiosos vientos y lluvia que con suma violencia castigara el 25 de abril pasado a Natalio, dejando como saldo casas derrumbadas, árboles quebrados, columnas del tendido eléctrico en el suelo, heridos y cientos de familias afectadas, en el lapso de cinco minutos que nunca olvidarán.
Los pobladores de Paloma primera línea, pequeño poblado distante a unos 8 kilómetros del casco urbano de Natalio, donde la furia se concentró; aguardan con impaciencia retornar a sus hogares de los cuales solamente quedaron el piso de cemento.
Trauma. Casiano Benítez observa cada mañana que se levanta con su familia en la casa de su suegro, los restos de lo que fuera su casa, un ropero y dos puertas de madera, le hacen recordar aquella tardecita cargada de pánico y violencia.
“Estamos vivos de milagro, nos refugiamos en la casa de mi suegro y quedamos con lo que teníamos puesto, la ayuda poco a poco fue mermando hasta el día de hoy que aguardamos a la EBY (Entidad Binacional Yacyretá), que nos han dicho será quien nos pueda reconstruir nuestras casas”, explicaba el hombre.
Reconoció que al otro día recibieron chapas y víveres como carpa, pero desde entonces han quedado en las condiciones que el temporal los dejó, “fuimos a la Municipalidad a solicitar más ayuda, pero un funcionario nos dijo que nos tranquilicemos y esperemos”, significaba.
Víctimas. Marina Cueva, madre y abuela, comparte su incertidumbre por la escasa ayuda que dice recibir desde la Municipalidad local, y por los casos de diarrea que han aumentando en los chicos durante estos últimos días.
Comentó que su hijo y nuera con sus hijos lograron reparar la única habitación de la humilde casa de madera, cuyas paredes hoy son de plástico negro, pero que en cada lluvia el agua ingresa por todos lados, mojando y llenando de humedad todo el lugar.
Rosalva Espínola, con su niño de meses en brazos y otros dos correteando por el lugar, se estremece al solo recordar el momento que vivieron, “fue una cosa de locos, pensábamos que moríamos todos, pero Dios así no lo quiso y estamos acá, ahora cada vez que se nubla o anuncian lluvia ya tenemos miedo de lo que pudiera llegar a ocurrir”, explicaba.
Al igual que sus vecinos, aguardan más ayuda, ya que los cultivos de consumo han quedado totalmente destruidos y esperan ayuda para volver a levantar sus deterioradas viviendas.