A finales de 2016, Reino Unido y el país austral firmaron un acuerdo con el fin de reconocer los restos de los 123 combatientes argentinos que yacen en el cementerio de Darwin en tumbas marcadas como “NN” (soldado desconocido), una iniciativa que llevarán a cabo expertos forenses de la Cruz Roja.
La decisión reveló que los familiares de las víctimas están divididos entre quienes llevan años reclamando este proceso junto a algunos organismos de derechos humanos y los que piden que no se muevan los restos de sus caídos.
Entre estos últimos se encuentra Dalal Abd de Massad, secretaria de la Comisión de Familiares de los Caídos en Malvinas y madre de Marcelo Daniel, quien murió a los 19 años el 11 de junio, tres días antes de que terminara la contienda.
“Decidió jugarse la vida por todos nosotros. Daniel no fue a conquistar nada, fue a recuperar su patria”, dice Abd en una entrevista con Efe en la que cuenta que no sabe exactamente dónde está enterrado su hijo pero, insiste, nunca será “NN” porque tanto él como sus compañeros “salieron de su regimiento con nombre y apellido”.
“Para mí está ahí, en Malvinas. Llegamos en el 91, elegimos una cruz, decidimos que estaba enterrado ahí y ahí quedó, en nuestra patria, en nuestro territorio. Malvinas es Argentina y queremos que se queden donde cayeron. Sería un terror saber que van a sacar todos los cuerpos”, defiende.
Por eso cree que el proceso de identificación “va a ser un desgaste” y puede convertirse en algo “triste” para los padres.
Este domingo, 2 de abril, es el Día del Veterano de Guerra y de los Caídos en Malvinas, fecha que conmemora el desembarco, en 1982, de las tropas argentinas en las islas con el objetivo finalmente truncado de recuperar el territorio, anexionado al Reino Unido en 1833.
Desde entonces, cada aniversario se convierte en una oportunidad para que la sociedad del país renueve su reclamo por la soberanía del archipiélago y recuerde a los 649 argentinos que -junto a 255 británicos y tres isleños- cayeron en el conflicto.
Las dudas y miedos de Abd no son algo aislado: las comparten la mayoría de los miembros de la Comisión, otros familiares y varios excombatientes.
Por ese motivo, en marzo, la Cancillería se reunión con ellos y les aclaró que los restos mortales no serán trasladados al continente salvo expresa voluntad de cada pariente.
Abd comprende que haya padres que reclamen esta medida y está de acuerdo con que se realice pero pide que el Gobierno hable con todos los familiares antes de arrancar y que, en las entrevistas, esté presente alguien de la Comisión.
“Es lo que nos merecemos”, apunta antes de hacer hincapié en que en estos 35 años, ha aprendido a transformar el dolor “en amor, sin odio ni rencor” y por eso busca “poder vivir en paz” con el recuerdo de su hijo siempre presente.
Según señala a Efe Bruno Tondini, miembro del Centro Argentino de Estudios Internacionales, además de los reclamos históricos de familiares y veteranos, la conmemoración de este año tiene otro protagonista: el acercamiento entre Argentina y Reino Unido.
En ese sentido, el analista destaca gestos como el del acuerdo para la identificación o los memorándums para desarrollar inversiones y mejorar las conexiones aéreas entre ambos países que se firmaron la pasada semana.
Tondini cree que este cambio, que deja atrás el enfriamiento de las relaciones del kirchnerismo (2003-2015), no se debe solo al cambio de gestión en Argentina, sino también a la victoria del “brexit”, cuyo “leitmotiv” fue la necesidad de financiación y dejar de enviar recursos a la Unión Europea.
Según dice, los gastos por el sostenimiento de la base en Malvinas se están cuestionando desde el Parlamento británico, por lo que el contexto es “favorable” por el lado económico pero, por el político, hay un mayor vínculo con las posesiones de ultramar y un deseo de mantener el “poder imperial”.
“Es una puja entre dos fuerzas”, insiste Tondini, quien celebra la apertura de un canal diplomático pero advierte que hay que analizarlo con pies de plomo, sobre todo en fechas como esta, en la que los recuerdos de la contienda afloran por todo el país.
“La pérdida de un territorio para el Estado es dolorosa, sobre todo en las condiciones en las que se produjo, lo que unido a las muertes que dejó la guerra, generó una herida que cuesta suturar”, sentencia.