La familia es vecina del militar que había llegado del África con los síntomas de malaria, lo cual fue confirmado por el sistema de Vigilancia del Ministerio de Salud Pública.
En la noche del viernes, Vanessa González Castillo volvía de la facultad con sus dos hijos de 1 y 3 años. Al volante, ya experimentó los primeros síntomas. A la madrugada del sábado tenía fiebre alta, por lo que tuvo que ir directo a Lacimet para el análisis a las cuatro de la mañana. A las 6.00 de ese día le realizaron varios estudios, faltando la prueba de gota gruesa que determina la existencia del paludismo.
Luego de insistir, se realizó la prueba de malaria y dio resultado positivo. Posteriormente otro estudio dio negativo. Ambos fueron realizados en Lacimet. La familia decidió realizar otra prueba en un laboratorio privado de modo particular, donde se descartó la presencia de la enfermedad.
Cuestionamiento. Mientras, algunas personas del barrio querían incluso que el militar –quien ya está reestrablecido– se mudara del sitio, otras sin embargo cuestionaban la labor del MSP. En particular don Alfonso González, padre de la joven, señalaba que una persona afectada debía de permanecer un periodo aislada para ser tratada. “No cuestionamos para nada la atención que tuvimos en Lacimet ni la de los médicos. Lo que hacemos es una observación al sistema de alerta sanitaria. En este caso fue una persona que llegó con paludismo. ¿Qué pasaría si es alguien que llega con un cuadro de ébola?”, se preguntaba, lo cual era apoyado por su hija.