18 abr. 2024

Familia del corazón

Diane y Rob acogen en su casa de Nueva Zelanda a estudiantes extranjeros que van para aprender inglés en su país, permitiendo que se integren a su familia como hijos suyos. El primer estudiante que recibieron fue un paraguayo. A partir de eso se construyó una historia que los trajo hasta aquí.

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(De izq. a der.) Esteban Medina y Juan Pablo Zaputovich con Diane y Rob Cadzow, el matrimonio que los acogió en Nueva Zelanda cuando fueron a estudiar allí.

Foto: Fernando Franceschelli.

Es una tarde de invierno, un jueves de clima agradable, cielo abierto y el sol brillante sobre la capital. Con el fotógrafo Fernando Franceschelli, íbamos camino a una entrevista con un matrimonio neozelandés de visita en Paraguay. Nos propusieron conocer a Diane y Rob Cadzow, quienes vienen desde Auckland, al norte de Nueva Zelanda, con una rica historia de intercambio estudiantil.

Apenas ingresamos a la recepción de la agencia Inter Express, en cuestión de segundos, llegaron Diane y Rob. Un minuto después se sumó Juan Pablo Zaputovich, y seguidamente Esteban Medina. Estos últimos son dos de los cuatro estudiantes que estuvieron en Nueva Zelanda, en casa de la familia Cadzow. Diane y Rob solamente hablan inglés, así que entre Juan Pablo y Esteban nos ayudaron con las traducciones al español.

Diane es maestra de educación especial y Rob trabaja en el mantenimiento de edificios en una universidad de Auckland City. El matrimonio neozelandés tiene dos hijas, se llaman Sam y Becky. Diez años atrás, Becky, la hija menor de la familia, decidió hacer un programa de intercambio cultural. Esta situación los motivó a pensar en la idea de recibir en su familia a estudiantes de intercambio. “Quisimos dar lo que íbamos a recibir y el resultado está a la vista”, dice Diane.

Fue de esta manera que en el 2007 acogieron en su casa al primer estudiante extranjero, un paraguayo, Juan Pablo Zaputovich. “Yo había hecho el viaje con el programa de American Field Service (AFS), un programa dirigido solo a menores de edad, para intercambio cultural. Estaba en el Cristo Rey y fui al Otago Boys en Nueva Zelanda, donde estuve por 11 meses y, específicamente, siete meses con la familia”, afirma.

Cuando preguntamos a cuántas personas acogió la familia Cadzow durante 10 años, Diane piensa y trata de recordar con precisión, pero toma el bolso y saca un cuaderno donde apuntó a ciencia exacta cuántos estudiantes fueron recibidos en su hogar. Se trata de 25 jóvenes, de 12 países distintos, a los cuales citó uno por uno: Paraguay, Japón, Chile, Tailandia, Costa Rica, Alemania, Rusia, Tahití, Brasil, Suiza, Arabia Saudita y Suecia. Después de Juan Pablo, otros paraguayos también vivieron en Auckland bajo el resguardo de los Cadzow, se trata deMatías Goiburú, Paulo Caballero, Enrique Miranda y Esteban Medina.

Cultura y anécdotas

Esta historia llegó a Vida gracias a Mónica Thompson, de Inter Express, quien debido a su trabajo mantiene contacto permanente con Diane y conoce algunas de las vivencias de los paraguayos en Nueva Zelanda. En mitad de la entrevista, ella interviene para recordar una graciosa anécdota que le ocurrió a Juan Pablo, en el tiempo que comenzaba a formar parte de los Cadzow. En una oportunidad, el joven le preguntó a Rob qué hacía los domingos. En tono serio, pero bromeando, el dueño de casa contestó que acostubraba lavar el auto.

Diane dice que sintió mucha pena por el joven, porque realmente empezó a lavar el vehículo de la familia los domingos. Todos rieron durante el relato, Juan Pablo se sonrojó y aseveró que aquello, gracias a él, después se hizo una rutina, mediante la cual todos comenzaron a ayudar. Esta vivencia y otras reflejaban el interés del joven por ser uno más de los Cadzow, que de alguna manera se repetía en el resto de los paraguayos acogidos. “A ellos —Diane y Rob— les sorprende mucho cómo el paraguayo va con la idea de integrarse a su familia, dicen que vamos con ganas de formar parte de ellos, particularidad que no se daba con los otros estudiantes extranjeros”, señala.

En medio de la conversación, Esteban Medina también agrega: “Cuando ellos hacen una salida o actividad en familia, nosotros siempre acompañamos. Incluso cuando yo era recién llegado, cargué en brazos a su nieto, que tenía una semana de nacido. Transcurrido un tiempo, también le daba de comer”.Otra cuestión que llamó la atención a los neozelandeses con respecto a los jóvenes paraguayos, durante la convivencia, fue la conciencia de seguridad que tienenen. “Un ejemplo, cuando salen, no dejan nada sin antes cerrar con llaves, hasta el auto. Siempre andan preocupados por la seguridad. Sucedió muchas veces que nos quedamos encerrados en nuestra propia casa, porque los estudiantes cerraban con llaves todas las puertas”, recuerda sonriente Diane.

Lazos paraguayos

Esteban Medina nos comenta que fue a Auckland para aprender inglés, en el Instituto Unique, desde abril hasta setiembre de 2015. Ese tiempo vivió en casa de Diane y Rob, integrándose a las costumbres y las actividades cotidianas del hogar; era uno más de la familia y guarda gratos recuerdos de su experiencia.

El plazo de residencia se cumplió y el padre de Esteban decidió ir a buscarlo. Fue por dos semanas a Nueva Zelanda, junto a su hijo, y ahí se encontró con la hospitalidad y la calidez de los Cadzow, quienes con mucho compromiso estuvieron no solo acogiendo a su hijo, sino brindándole la mejor atención posible, con calidez y cariño. Entonces él decidió invitar al matrimonio neozelandés a que visitara Paraguay y hasta compró los pasajes de vuelo para que ellos conocieran nuestra tierra, como una acción de agradecimiento y reciprocidad hacia las atenciones que recibió su hijo.

“Antes de traerlos, nosotros hablamos con Esteban, con su papá y con Paulo (Caballero), estábamos convencidos de que no debíamos traerlos solo para que conocieran nuestras casas. Nosotros somos chicos privilegiados y tenemos demasiadas bendiciones. Más bien quisimos mostrarles la realidad de nuestro país, para que no se quedaran solamente con lo que hay en nuestros hogares. Fuimos un día a la Chacarita, otro día a El Bolsi, y así. Le hacíamos ver contrastes fuertes. Se van con una idea general de todo”, explica Juan Pablo.

Diane y Rob estuvieron en Paraguay desde los primeros días de julio, hasta el 21 y dicen que este intercambio es inolvidable. En tres semanas fueron acogidos por tres familias, conocieron Ciudad del Este, las Cataratas, Encarnación, las Ruinas Jesuíticas, Ayolas, el Chaco e hicieron un recorrido por toda Asunción.

En 10 años, Diane y Rob acogieron en su casa a 25 jóvenes de 12 países distintos: Paraguay, Japón, Chile, Tailandia, Costa Rica, Alemania, Rusia, Tahití, Brasil, Suiza, Arabia Saudita y Suecia.

Diane, que después de haber tomado su cuaderno de apuntes, dejó el bolso a un costado, lo volvió a tomar y sacó una cámara compacta. Allí quedaron para el recuerdo algunas fotos de su visita al Chaco, que fue uno de los lugares que más le impresionó —a ella y a Rob— en su recorrido por Paraguay.

Mónica fue con ellos y nos comentó que conocieron el asentamiento de la comunidad indígena Toba Maskoy, donde se inauguró un tanque de agua potable, que fue construido por el Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental (Senasa). La madre de Paulo trabaja para dicha institución, por lo que fueron invitados a ir a la inauguración.

“En todos los lugares que fuimos, vimos a los paraguayos felices y alegres”, dice Diane en inglés, ante la atenta mirada de Esteban, quien traduce sus ideas.Los neozelandeses coinciden en sus puntos de vista acerca de lo que apreciaron en el país. Dicen que la gente es amistosa, que las familias son unidas, y observaron que la sociedad paraguaya está determinada por varios contrastes; entiéndase, desigualdades sociales. Esta visita también los ayudó a detectar de dónde provenían ciertos caracteres de los estudiantes paraguayos a los que acogieron en Nueva Zelanda.

“Lo que hace esta gente es increíble, porque tiene facilidad de trato, un interés genuino en crear vínculos entre personas. Ellos lograron unirnos a todos —en Paraguay—, creando momentos muy lindos. Y eso es realmente fantástico, sobre todo porque lo hacen genuinamente”, expresa Juan Pablo. Los Cadzow y sus hijos de corazón formaron una gran familia paraguayo-neozelandesa. Ellos ya tienen un lugar que siempre los espera, y es aquí, en Paraguay.