25 abr. 2024

Extorsión internacional

Por Guido Rodríguez Alcalá

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La economía italiana no quebrará porque Italia no le saque al Paraguay unos cuantos millones de dólares.

Las relaciones entre los dos países son demasiado importantes para supeditarlas a una mezquina cuestión de dinero. Sin embargo, la SACE, empresa estatal italiana, reclama al Paraguay los millones en un tribunal de los Estados Unidos.

¿Por qué en los Estados Unidos? ¿Qué autoridad tiene un tribunal norteamericano para juzgar a la república del Paraguay?

Ninguna. Es cierto que, torciendo la ley, la demanda puede tener consecuencias peligrosas, como el embargo de las cuentas del Paraguay en el extranjero. Es una eventualidad que debe tomarse en cuenta, aunque el embargo violaría principios de derecho internacional básicos, como del artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas, que consagra la igualdad soberana de todos los Estados miembros de las Naciones Unidas (huelga decir que Paraguay, Estados Unidos e Italia son Estados miembros).

La historia es larga. Comenzó en 1986, con la colusión dolosa del cónsul paraguayo en Suiza, Gustavo Gramont, con un grupo de bancos especuladores y la SACE. Los bancos le prestaron dinero a Gramont, este no se lo devolvió, ellos reclamaron devolución a la SACE y al Paraguay.

El Paraguay no se lo devolvió porque nunca había garantizado la operación, causa del procesamiento criminal de Gramont, del líder de los bancos y del entonces presidente de la SACE, Roberto Ruberti.

La SACE se lo devolvió porque Ruberti, según se comprobó en juicio, recibió una coima para garantizarla. (Ver mis artículos “El sachazo” y “Cómo robar al Paraguay”, publicados en Última Hora el 1 y 8 de agosto pasados).

¿Cuánto reclamaban los bancos al Paraguay? 185 millones de euros. ¿Cuánto les pagó la SACE? 67 millones de dólares.

El pago se efectuó en el 2009 y los bancos se dieron por satisfechos, lo cual muestra el carácter meramente especulativo de su reclamación. (De hecho, parte de la deuda reclamada se había comprado en el mercado secundario por el 20% de su valor).

Ahora, la insatisfecha es la SACE, que reclama al Paraguay la devolución de lo pagado por ella a los especuladores en un tribunal norteamericano.

¿Exige también intereses y gastos judiciales?

No lo sabemos; de todos modos, la pretensión es injustificada.

No lo digo yo, sino el tribunal de apelaciones italiano que declaró al Paraguay libre de toda responsabilidad de los tejemanejes de Gramont & Cía.

Nadie es profeta en su tierra. Incomprendida en la suya, la SACE se apoyó en un fallo de la Justicia suiza, empeñada en defender su sistema financiero, que tiene mucho de paraíso fiscal. Ella declaró que la operación se hizo con la “garantía aparente” del Paraguay.

Por supuesto que aparente, porque los papeles fueron falsificados y los falsificadores, presos y procesados.

¿Cómo podría ser real y no aparente una garantía firmada por el beneficiario del crédito, Gramont, quien también firmó la garantía y recibió una comisión de 6 millones de dólares?

El Paraguay rechazó el absurdo fallo suizo y la SACE fue a los Estados Unidos, donde esperamos que haya justicia.

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