La “expresión” se refiere a la identidad de la conducta de la autoridad en su quehacer con los deseos del pueblo. Es lo que a este le llena de satisfacción y a aquella le merece ser felicitada. Es un contacto no físico, pero sí real, que justifica que haya autoridades. Estas saben expresar, cumplir, con su deber.
Representación es el origen de todo lo anterior. La autoridad es elegir, el mandato que recibe del pueblo. Pasa de ser un individuo más a ser una persona al cuidado de un colectivo. Es la máxima responsabilidad que podemos recibir del colectivo al que pertenecemos.
Delegación añade un matiz. Hemos sido elegidos con la representación. Nuestra tarea es expresar los deseos del grupo. Pero todo esto es algo que han puesto en nuestras manos para algo. Somos delegados. Ello significa que si no lo hacemos, podemos o sabemos hacer, quien nos dio el mandato nos lo puede quitar.
Expresión, representación y delegación. Tres aspectos muy importantes para tenerlos en cuenta en nuestros políticos del Paraguay para evaluar cómo lo están haciendo.
A partir de este momento entramos en un debate. Digo mi opinión para incentivar que expresen la suya.
Comencemos con el origen de la autoridad: la elección. En realidad muchos no fueron elegidos. Porque el ser elegido no se debe a nuestro conocimiento del candidato en su valía. Le dimos el voto porque lo compró.
Sigamos por la expresión de que el pueblo al verlo sienta expresados sus deseos en él. Muchos, una vez en el poder, no hacen nada de lo que se comprometieron o pedimos como condición de elección.
Respecto a la delegación, no tenemos un modo de revocación eficaz para quitársela.
Nuestra democracia está enferma.